Una niña vale 13 euros
Más de 215 millones de niños trabajan en el mundo. Alrededor de 115 millones, lo hacen en trabajos que ponen en riesgo su salud o su integridad física o psicológica. Más de nueve millones de niños son esclavos, y más de un millón son víctimas del tráfico infantil. El miércoles, 12 de junio, se celebró el Día internacional contra el trabajo infantil, que pone la mirada sobre estas infancias rotas, para recordar que existen. Manos Unidas llama la atención, en concreto, sobre los llamados restaveks de Haití, niños que trabajan en el empleo doméstico en situaciones de práctica esclavitud
La Organización Internacional del Trabajo recuerda que es urgente realizar reformas legislativas y tomar medidas a nivel internacional para promover un movimiento mundial contra el trabajo infantil.
Manos Unidas, en un comunicado, ha puesto el foco sobre el drama de los restaveks de Haití, niños y niñas que trabajan en el empleo doméstico y terminan convirtiéndose en esclavos. «Ellos son el grupo social más vulnerable de todo el país: niños y niñas de todas las edades, que por la falta de recursos de sus familias, que viven en entornos rurales muy pobres, son confiados a otras familias con la esperanza de que, a cambio de los trabajos del niño en las tareas del hogar, puedan acceder a más oportunidades», afirma la nota.
Esas oportunidades nunca llegan y ya son más de 300.000 los pequeños que, en Haití, «se quedan sin infancia ni derechos, que con frecuencia son maltratados y humillados, que pierden la relación con sus familias y trabajan sin descanso. No tienen derecho a educación, asistencia sanitaria, salario y muchas veces incluso ni la ración elemental de alimento. Son vulnerables a cualquier abuso que se cometa sobre ellos y no tienen a nadie que les defienda», señala la organización, que apoya un centro de acogida y formación para estos niños.
Son mano de obra barata
El misionero salesiano español José Luis de la Fuente, que ha trabajado en diversos países que sufren esta lacra, denuncia que «son sobre todo niñas, entre 8, 9 ó 10 años, que han sido vendidas para hacer trabajos en casa, desde la mañana hasta la noche. Estas niñas pueden valer en torno a 13 euros».
El trabajo con menores persiste porque es una mano de obra barata, y no exige nada a cambio. Misiones Salesianas ha lanzado la campaña No estoy en venta, para denunciar esta realidad, en la que recuerdan que «una educación de calidad es el punto de partida para acabar con las injusticias y erradicar la pobreza». Ellos atienden, en África, Asia y Latinoamérica, a menores en casas de acogida, a través de la formación, el aprendizaje de oficios, de proyectos de reinserción… para lograr que los niños no acaben siendo objetos de trabajo.
Campañas en los propios países afectados
También se trabaja en la erradicación del trabajo infantil en los países donde más se sufre este abuso. Por ejemplo, el secretario general de la Conferencia Episcopal India, monseñor Albert D’Souza, presentó hace unos días, con motivo de esta celebración internacional del Día contra el Trabajo Infantil, la campaña de la Iglesia en el país para combatir esta lacra. Según el padre Vadassery, secretario de la Oficina para el Trabajo de la Conferencia Episcopal, en India hay cerca de 85 millones de niños que trabajan, la mayoría en puestos de riesgo. «¿Puede un niño que es privado de educación, y de otras necesidades básicas, ser un buen ciudadano?», se preguntan en la campaña.