Una fuerza transformadora
El principal objetivo de los centros de escucha es ofrecer un espacio de intimidad y acogida, respetando la autonomía de la persona
La escucha y el acompañamiento son signos de esperanza que permiten a las personas sentirse acogidas y valoradas en su dignidad. Mantener esta virtud no es un camino solitario: dependemos de los otros, porque somos interdependientes. La verdadera autonomía reconoce esta interdependencia nuestra y nos invita a caminar juntos, aprender y acompañarnos en el crecimiento personal y espiritual. En este contexto la escucha auténtica acoge con empatía, alivia el sufrimiento y siembra esperanza. Más que oír, es reconocer la dignidad del otro. Así, se convierte en un signo concreto capaz de sostener, renovar y dar sentido a la vida en momentos de dolor y fragilidad.
Desde finales del 2020 soy voluntaria en el Centro de Escucha de Pastoral de la Salud —en las parroquias de Santa Teresa y Santa Isabel y de Nuestra Señora de los Ángeles—, integrado en Centros de Escucha en RED, una iniciativa orientada a brindar apoyo emocional y espiritual a quienes atraviesan momentos de angustia, duelo y dificultades. Nuestro principal objetivo es ofrecer un espacio de intimidad y acogida, respetando la autonomía de la persona. Escuchar no significa aconsejar o dirigir la vida del otro. La persona ha de encontrar su seguridad, autonomía y libertad.
En los centros de escucha promovemos una escucha activa y empática, libre de juicios, que busca comprender las emociones, inquietudes y sufrimientos de cada persona. El acompañamiento en situaciones de vulnerabilidad requiere sensibilidad, discreción y confidencialidad, teniendo siempre presentes estas palabras del Papa Francisco: el «arte del acompañamiento» se caracteriza por la delicadeza con la que uno se acerca a la «tierra sagrada del otro», dando a nuestro caminar «el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión».
El Sínodo ha subrayado la importancia de la escucha y del acompañamiento en el mundo actual. En una sociedad digitalizada, saturada de información, mensajes y cambios constantes, la verdadera escucha se convierte en una tarea esencial. Es necesario detenernos, hacer silencio y escucharnos a nosotros mismos; abrir el corazón a la voz de Dios y seguir la actitud de Jesús, quien siempre se detenía a atender a quienes sufrían, brindándoles consuelo y cercanía. Y, desde esa interioridad, salir al encuentro del otro. Solo así podremos ofrecer una escucha auténtica, capaz de acoger, comprender y acompañar con empatía y cercanía.
El proceso sinodal ha renovado la conciencia de que la escucha es un componente esencial de todos los aspectos de la vida de la Iglesia. De hecho, la Asamblea dedicó atención a la propuesta de crear un ministerio de escucha y acompañamiento.
En la diócesis de Madrid, estas realidades son esenciales para construir una comunidad samaritana que acoja y consuele a quienes buscan sentido y esperanza. Se han creado centros de escucha en las ocho vicarías y desde ellos se impulsan iniciativas como la formación, la creación de espacios de encuentro, el fortalecimiento de redes de apoyo y la sensibilización sobre la acogida en la vida comunitaria y en el camino sinodal. Estas acciones buscan ofrecer un acompañamiento integral y fomentar una Iglesia más cercana y solidaria.
Dentro de esta apuesta, el 21 de marzo de 2025, la Delegación de Jóvenes de la archidiócesis de Madrid inicia un curso de formación en escucha y acompañamiento dirigido a voluntarios, con especial atención al trabajo con este grupo de edad. Se busca fortalecer la capacidad de acompañar con empatía y cercanía a las nuevas generaciones, respondiendo a sus problemas, inquietudes y necesidades.