Una década contra la deshumanización - Alfa y Omega

Este simposio es importante porque, después de estos diez años, es un buen momento para reflexionar sobre el camino recorrido con nuestros compañeros de todo el mundo y ver cómo avanzamos en las banderas de justicia social, fraternidad, paz y cuidado de nuestra casa común. Han sido años de trabajo intenso, de seguir reivindicando las 3T: tierra, techo y trabajo. Con dolor, lo que en su momento era un anhelo de justicia, de derribar muros, de dignidad para todos —un anhelo que, como decía el Papa Francisco, «cualquier padre o madre quiere para sus hijos»— sigue siendo un reto fundamental para la humanidad: generar estilos de vida y una organización social y económica que permita vivir con dignidad, situando a la persona en el centro de las decisiones. Este espacio revitaliza nuestros compromisos y el sueño de fraternidad, destacando la importancia de plantar banderas de justicia social —clave en la doctrina social de la Iglesia y el pontificado de Francisco— de trabajo decente; de viviendas y barrios dignos y de cuidar una casa común que haga posible la vida.

Es importante porque el encuentro con el Papa Francisco es una concreción de lo que significa una Iglesia en salida. Una Iglesia que, siguiendo el ejemplo del buen samaritano, cuida del herido, con puertas abiertas para todas las personas, trabajadoras sin derechos y excluidas, migrantes, campesinas… Una Iglesia que acompaña, que escucha, que confraterniza con el anhelo de fraternidad, en la que todas las personas sientan a un Dios Padre-Madre que acompaña a través de los hermanos y hermanas. También es un espacio para dar gracias a Dios por tantos hermanos que día a día viven y contagian lo que significa vivir dignamente, lo que significa una sociedad sin muros, con experiencias económicas centradas en la persona, que luchan e incluso pierden la vida en este caminar juntos y juntas. En los cuatro encuentros con Francisco se han reforzado los derechos a tierra, techo y trabajo como esenciales para la justicia social, tanto en nuestras prioridades comunitarias como en la Iglesia universal.