Una campaña para que las monjas de clausura no pasen tanto frío
La fundación DeClausura ha puesto en marcha una recogida de donaciones para ayudar a pagar la calefacción a 48 comunidades contemplativas que no disponen de recursos suficientes
«Hace mucho frío y tenemos que estar forradas de ropa, porque se nos hace imposible lo que subiría las facturas si encendemos el radiador». Es el testimonio de una monja de clausura de una comunidad de la provincia de Badajoz, que prefiere no dar su nombre, y que muestra cómo las bajas temperaturas propias de estos meses afectan de forma especial a las comunidades contemplativas, porque no disponen de recursos económicos suficientes para poder encender la calefacción en sus conventos y monasterios.
Por eso, desde la fundación DeClausura han lanzado estos días una campaña especial para recaudar todos los donativos posibles y hacérselos llegar concretamente a 48 conventos y monasterios de clausura. Al estilo de un micromecenazgo, la entidad asegura que «cada aportación, por pequeña que pueda parecer, puede marcar una diferencia significativa para estas mujeres». Tiene el objetivo de alcanzar más de 50.000 euros y la campaña se pone de límite hasta el 15 de marzo, cuando se hará recuento y se espera repartir la cantidad entre las afectadas.
En Badajoz, junto a otras ciudades como Granada o León, los termómetros están llegando a registrar temperaturas negativas, lo que hace que muchas religiosas contemplativas sufran las consecuencias de este frío. Esto implica, además, un riesgo importante para su salud, ya que se suma a la humedad existente en los grandes edificios y les ocasiona problemas respiratorios y en las articulaciones.
«Solo ponemos la calefacción a las dos mayores, y las demás en el coro con estufa de butano. En la sala de recreo solamente tenemos otro calefactor de butano y nada más durante el día para calentarnos», explica la religiosa. Según afirman desde DeClausura, encender la calefacción supondría para ellas un coste tan elevado que no lo podrían asumir. Por eso, hacen un uso muy restringido de ella, calentando solo las habitaciones de las mayores y las zonas comunes como el refectorio o la capilla «se caldean un poquito a una temperatura baja». En este sentido, cualquier persona o entidad puede colaborar con la campaña y hacer su aportación para que las monjas de clausura no pasen tanto frío.