Un valioso patrimonio espiritual - Alfa y Omega

Un valioso patrimonio espiritual

Desde Tarragona, el cardenal arzobispo de Madrid mantuvo, el pasado domingo, esta conversación, con Jesús Luis Sacristán, para la Cadena COPE, poco antes de la ceremonia de beatificación de 522 mártires del siglo XX en España

Colaborador
Un momento de las palabras de agradecimiento del cardenal Rouco, al final de la celebración de las beatificaciones en Tarragona.

Han comenzado, desde ayer con las solemnes Vísperas, los actos de esta beatificación de los 522 mártires de la Iglesia en España: son fechas muy significativas eclesialmente…
Sí: el ambiente en la ciudad de Tarragona es muy bueno, con la presencia de los peregrinos que acompañan a las familias y a los otros compañeros, a los sacerdotes y a los obispos de los lugares donde se produjeron los martirios de los 522 mártires que van a ser beatificados. Hemos celebrado unas Vísperas muy solemnes en la catedral de Tarragona, muy hermosamente preparadas, muy hondamente sentidas. Luego también se ha podido presenciar esa especie de oratorio sacro sobre los mártires de la Iglesia tarraconense, san Fructuoso, el obispo de Tarragona, y sus dos diáconos. Y hoy, la beatificación. La fecha estaba pensada para el último domingo de octubre; eso es lo que había proyectado y pensado la Conferencia Episcopal Española; pero, al coincidir con el domingo Día de las Familias, dentro de la programación del Año de la fe, como uno de los actos centrales a celebrar en Roma, nos pareció que era una coincidencia que podía dañar pastoralmente tanto, por un lado, a la celebración de las beatificaciones, como a la participación, en Roma, en los actos del Día de la Familia. Entonces recurrimos al domingo de octubre que estaba libre, por así decirlo, y coincidió con el 13 de octubre, un día después de la fiesta del Pilar, y un día en que se conmemora el 93 aniversario de la última aparición de la Virgen en Fátima, con el gran milagro del sol, en la que la Virgen confirmó la autenticidad de lo que los niños decían del mensaje de Fátima.

Por cierto, un año dramático: la Primera Guerra Mundial estaba en un momento en que no se le veía el fin: una atroz guerra. A punto estaba también de comenzar la Revolución bolchevique, con el asalto al palacio de invierno de los zares en San Petesburgo, cuatro días después. Un día, por tanto, que evoca páginas de la Iglesia y páginas de la historia de Europa, por un lado, muy significativas, y, por otro, con un peso de experiencia espiritual, de experiencia humana, incluso de experiencia europea muy grande y que todavía actúa sobre lo que podríamos llamar los estratos profundos de la conciencia europea y de la conciencia de la Iglesia en estos momentos. Así que muy providencial, muy providencial el cambio. Nosotros no lo buscamos, pero se ha producido así.

Una Iglesia viva

¿Qué significado tiene, desde el punto de vista de la fe, la magna beatificación de estos 522 mártires, para la Iglesia, y aquí especialmente para la Iglesia en España?
Significa que la Iglesia en España toma conciencia de una de sus páginas más gloriosas, dentro de la historia contemporánea de la Iglesia. Páginas gloriosas de mártires conocemos en la Iglesia en España desde los primeros siglos del cristianismo, y luego de otros siglos también; los mártires de Córdoba, por ejemplo, al filo de los últimos siglos del primer milenio; al comienzo del segundo milenio de la era cristiana, también fueron páginas gloriosas, gloriosas de martirios y de mártires.

Pero ésta es una página gloriosa de mártires de la España contemporánea, donde, por un lado, el amor a Cristo, la coherencia de la fe en Él con el testimonio de la vida, ha llegado en estos hermanos nuestros a ese punto de radical entrega al Señor que es el martirio: dan la vida por Él. Y luego, por otro lado, revela también que esa Iglesia en la que los mártires sufrieron el martirio y lo asumieron como testigos valientes de la fe era una Iglesia viva y una Iglesia entregada al Señor. Había defectos, había fallos quizá, una percepción de un momento histórico con lagunas, pero en cualquier caso era una Iglesia viva, y eso es una herencia que nosotros tenemos que cuidar y es un patrimonio espiritual que no podemos perder y es un ejemplo de cómo vivir la fe en España que debemos seguir. Por supuesto, ahora nos será más fácil, porque los mil, más o menos, que han sido beatificados ya, de ese mismo período histórico de la España del siglo XX, a partir de hoy serán 522 mártires más que intercederán por nosotros.