Un trasplante de hígado in extremis le salva la vida: «Creo que Dios quiere que sea un testigo de esperanza» - Alfa y Omega

Un trasplante de hígado in extremis le salva la vida: «Creo que Dios quiere que sea un testigo de esperanza»

Renel Prosper, sacerdote haitiano, fue sometido a un trasplante de hígado de urgencia en la Clínica Universidad de Navarra tras una vida en la que ha estado tres veces al borde de la muerte

Begoña Aragoneses
Renel Prosper
Renel Prosper. Foto: CARF.

Una insuficiencia renal de bebé casi le cuesta la vida. En 2010 se vio afectado por el terremoto en su país, que mató a casi 300.000 personas. Y en febrero de este año, su hígado dejó de funcionar por un virus agudo de la hepatitis B. Pero Renel Prosper, sacerdote nacido en Haití hace 43 años, ha podido experimentar la Providencia de Dios, como él mismo cuenta, porque este 2023 la enfermedad le visitó en Pamplona, donde estudia Teología Moral con orientación psicológica y vida espiritual en la Universidad de Navarra.

«El sistema sanitario de España me salvó —cuenta—. Me dio la oportunidad de una operación de este tipo, que no es fácil en otros países». Los primeros síntomas de la enfermedad aparecieron el 17 de febrero de este año. Ingresó en la Clínica San Miguel de Pamplona, donde fue diagnosticado de un problema hepático grave. Le derivaron a la Clínica Universidad de Navarra y, después de una hospitalización de 36 días, los médicos no vieron otra alternativa que el trasplante. «Hubo momentos en que me quedaba inconsciente, no tenía control sobre mis palabras y acciones. Sufrí mucho, pero pude superar mi sufrimiento. Sentí que Dios estaba realmente conmigo».

Gracias a la Providencia de Dios, asegura, «encontraron rápido un nuevo hígado para mí. Ese mismo día, a las 10 de la noche, me operaron». Ahora, el sacerdote quiere agradecer a todas las personas que le ayudaron a recuperar la salud y que le acompañaron. Sobre todo a la Clínica Universidad de Navarra y a la Fundación CARF, que asumieron los costes de la intervención.

Una misión encomendada

Prospel ha visto en todo la mano de Dios. Por eso está convencido de que hay una misión para Él: «Creo que Dios quiere que sea un testigo de esperanza». Y lo desea ser para todos los que le rodean pero también para sus padres, que este año celebran sus 52 años de matrimonio, y sus ocho hermanos, nacidos en un barrio de la comuna de Vallières (noroeste de Haití).

Un familia humilde, de campo, muy católica, que vio florecer la vocación de Renel cuando este tenía 15 años, durante una actividad del coro de su parroquia. Recibió el Orden sacerdotal en 2011 y fue vicario parroquial y párroco, y también responsable de la comisión diocesana de la pastoral de niños. Asimismo, ejerció como capellán de la Legión de María. En julio de 2022 fue enviado por su obispo a España a estudiar.

No cree que pueda regresar a su país; una nación donde hay, asegura, mucho sufrimiento. «El pueblo haitiano es muy valiente, pero, sobre todo, resignado. Podría mantenerse erguido si los desastres naturales fueran su único problema». Pero «el mayor mal» es «la maldad, la crueldad de los políticos, los oligarcas corruptos que sumen al país en un caos total». En conclusión, «el país se ha convertido en un infierno donde la única opción para un haitiano hoy es abandonarlo».