Un taller de restauración y empleo joven
Asenjo ya cuenta en Sevilla con el taller de restauración que lleva tanto anhelando. Las obras de arte dan «gloria a Dios» y sirven como «catequesis plástica», afirma
El recién estrenado taller de restauración de la archidiócesis de Sevilla es un sueño cumplido de su obispo, Juan José Asenjo. Quien fue presidente de la Comisión para el Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal Española, cuenta con una notable sensibilidad artística y anhelaba tener este servicio desde que, hace más de una década, se hiciera cargo de la diócesis hispalense. Su inauguración se produjo precisamente el día del cumpleaños del prelado y, en ella, Asenjo destacó la doble finalidad de las obras de arte, que por un lado dan «gloria a Dios» y, por otro, sirven «como catequesis plástica». De hecho, «son muchas las conversiones que se han dado a lo largo de la historia ante la presencia de la belleza artística, como reflejo de la belleza inaccesible de Dios», aseguró el obispo.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio, ha sido testigo de algunas de ellas. «Sobre todo en la catedral de Sevilla, que recibe visitantes de todo el mundo», explica en conversación con Alfa y Omega. «Muchos de ellos no conocen el mensaje del Evangelio y algunos se han sentido interpelados ante el retablo mayor».
Convenio con la universidad
Con la evangelización como horizonte, el taller ha comenzado su actividad restaurando dos piezas de gran valor. «Se trata de dos obras de Martín Montañés que pertenecen al convento de Santa Clara: un relieve de la adoración de los pastores y un crucificado, ambas del retablo mayor», asegura Rodríguez Babío.
Además, se están interviniendo algunas obras menores, principalmente retratos de obispos que cuelgan de las paredes del palacio arzobispal. Estos trabajos más sencillos están encomendados a los alumnos de la facultad de Bellas Artes. «Tenemos un convenio con la Universidad de Sevilla en virtud del cual ofrecemos a los estudiantes el número de horas de prácticas que necesitan para sacarse el título», explica el delegado de Patrimonio. «Intervienen en obras a la altura de su nivel de preparación, pero intentamos que pasen por todas las fases de la restauración de una pieza para que así aprendan lo máximo posible durante las prácticas».
De esta forma, el taller es ahora la nueva sede para la realización de las prácticas y también del programa Emplearte, con el que la archidiócesis de Sevilla ofrece una primera oportunidad laboral al alumnado recién licenciado de la facultad de Bellas Artes. «El acceso al mercado laboral siempre es un tanto complicado, y más en estos tiempos. Con este programa intentamos facilitar este proceso a algunos de los jóvenes que han hecho las prácticas con nosotros y ya han acabado el grado», asegura Antonio Rodríguez Babío.
La Delegación de Patrimonio cuenta con dos profesionales y, ante los encargos que van surgiendo, «seleccionamos algunos jóvenes para acometer los trabajos. Se les hace un contrato de obra y servicio y todos salimos ganando, sobre todo ellos, de cara a su experiencia laboral». Actualmente, por ejemplo, la delegación sevillana ha contratado a tres para intervenir en el retablo mayor de la iglesia de El Viso de Alcor, un pueblo de la diócesis. «En este caso es el Ayuntamiento el que financia la intervención y nosotros nos hemos encargado de los restauradores, uno de los cuales es del mismo pueblo».
Además de los jóvenes, la Junta de Andalucía también ha visto con buenos ojos la apertura del nuevo taller de restauración. Al final, unas piezas artísticas en buen estado son un reclamo turístico innegable. Por todo ello «la delegada territorial de la Junta de Andalucía, Susana Cayuela, quiso estar presente en la inauguración y nos transmitió la alegría de la corporación autonómica. Tenemos un clima de colaboración importante que beneficia a todos», concluye el delegado.
El nuevo taller de restauración está emplazado en un lugar inmejorable: el palacio arzobispal de Sevilla, una joya arquitectónica que data del siglo XVI y está considerado Monumento Histórico Artístico desde 1969. De hecho, «desde que abriera sus puertas a los visitantes [allá por 2017] se trata de la tercera pinacoteca de la ciudad, situada tan solo por detrás del Museo de Bellas Artes y de la catedral de la propia diócesis», asegura Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio. En sus paredes están colgados dos Murillos –uno de los cuales es la primera Inmaculada que pintó el artista sevillano-, seis Zurbaranes o diversas obras de Herrera el Viejo, Matia Pretti o Juan de Espinal. El taller, concretamente, ocupa el antiguo departamento de reprografía y con su lavado de cara se ha completado el 40 % de la colosal obra de rehabilitación de la sede de la diócesis andaluza.