Un regalo de Dios a la Iglesia y al mundo
El Presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Ricardo Blázquez, y el Secretario General, padre Juan Antonio Martínez Camino, han enviado, tras conocer la noticia del fallecimiento del Papa Juan Pablo II, una carta de condolencia al cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo. En ella le expresan, en nombre de todos los obispos españoles, la honda pena que les embarga, y los sentimientos de amor y adhesión a la Sede del Sucesor de Pedro
Al conocer la triste noticia de la muerte de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en nombre de todos los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Española, en el de nuestros colaboradores de esta casa y en el nuestro propio, deseamos expresarle la honda pena que nos embarga y nuestros sentimientos de amor y adhesión a la Sede del Sucesor de Pedro en estos momentos de dolor para toda la Iglesia católica.
Juan Pablo II ha sido un extraordinario regalo de Dios para la Iglesia y para el mundo. En su largo y fecundo pontificado, se ha hecho casi palpable la asistencia providente que el Espíritu Santo presta al pueblo de la Nueva Alianza en beneficio de toda la Humanidad. Todos le debemos honda gratitud por su entrega fiel y sin reservas a la causa del Evangelio y a la misión recibida del Señor de confirmar en la fe a sus hermanos. La abnegación de su servicio apostólico ha quedado aún más patente, si cabe, en su sufrimiento y su enfermedad. Hoy los católicos de todo el mundo, gracias a su ministerio, nos sentimos más firmes en la fe en Jesucristo, más animados por la esperanza de la Gloria y más resueltos a la caridad que nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Los católicos de España nunca olvidaremos a Juan Pablo II, el primer Papa que ha venido a visitarnos y nos ha lanzado, como en los mejores tiempos, a los caminos de la santidad.
Señor cardenal, unimos nuestras oraciones a las de todos los pastores y fieles católicos dispersos por el mundo, para agradecer al Padre de las misericordias la vida y el servicio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Encomendamos al Señor al siervo bueno y fiel. Él sabrá premiarle como sólo Él puede hacerlo. La Madre del Redentor, a la que tanto quiso y de la que tanto y tan hermosamente habló y enseñó en este mundo, le habrá conducido ya al abrazo eterno de su Hijo.
No queremos dejar de decirle, señor cardenal, que confiamos plenamente en que Jesucristo, vivo en su Iglesia, seguirá pastoreando a su pueblo, por medio de otro pastor según su corazón, como lo ha hecho por medio de los grandes Papas del siglo XX y, en particular, por medio de nuestro muy querido Juan Pablo II.
De Vuestra Eminencia afectísimos en el Señor,
+ Ricardo Blázquez Pérez
+ Juan Antonio Martínez Camino