Un pontificado en busca de la fraternidad - Alfa y Omega

Un pontificado en busca de la fraternidad

Al ser elegido, Francisco pidió «fraternidad», una de las máximas preocupaciones de su pontificado como se ha visto en Irak

Alfa y Omega

El 13 de marzo de 2013, el mundo entero oyó el famoso «Habemus Papam» mientras la plaza de San Pedro prorrumpía en aplausos. El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, que había adoptado el nombre de Francisco en memoria del Poverello, se presentó como obispo de Roma y subrayó con sencillez: «Mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Os agradezco la acogida». Tras un recuerdo a Benedicto XVI, pidió «por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad». Y esa ha sido una de las máximas preocupaciones de su pontificado, como ha quedado demostrado en su reciente visita a Irak.

El Papa empezó a pensar en el viaje en varios encuentros con diplomáticos, pero el empujón fundamental fue el libro Yo seré la última, que relata la persecución de los yazidíes. Según reconoció él mismo en el vuelo de vuelta, la decisión no estuvo exenta de dificultades y, a sus 84 años, se ha cansado «mucho más que en los otros» viajes. Pero para él, tras un año en el que la pandemia ha reducido su agenda pública, ha significado «revivir porque es tocar a la Iglesia, tocar al pueblo santo de Dios».

Desde el aterrizaje en Irak, el Papa alzó la voz contra las armas y, con sus palabras y gestos, puso de manifiesto que «la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una derrota frente a las fuerzas del mal» (Fratelli tutti, 261). En medio de la devastación que esta ha dejado, agradeció el testimonio de los cristianos que muestran que «la luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche», y valoró que esta es «un servicio de esperanza» (Lumen fidei, 57). También pidió que las minorías religiosas puedan vivir sus creencias y, con su encuentro con el líder chiita Al Sistani, fue como si recordara que «el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia» (Evangelii gaudium, 253). Puro Francisco.