Un párroco español y un cura chino: «Celebrar juntos es un testimonio para la Iglesia» - Alfa y Omega

Un párroco español y un cura chino: «Celebrar juntos es un testimonio para la Iglesia»

Con motivo de la Misa jubilar en la catedral de la Almudena por Nuestra Señora de Sheshan, dos sacerdotes que atienden a chinos en Madrid piden acogida a los locales y apertura a los recién llegados

Rodrigo Moreno Quicios
Niños chinos participan en la Misa jubilar en la Almudena. A sus padres les preocupa que pierdan sus raíces
Niños chinos participan en la Misa jubilar en la Almudena. A sus padres les preocupa que pierdan sus raíces. Foto: Gonzalo González.

Todos los miércoles por la tarde y los domingos por la mañana, la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad y Transfiguración del Señor, en el madrileño barrio de Usera, celebra Misa en chino para los vecinos de este origen. «Para un católico es fundamental expresar su vida cristiana en su lenguaje y una mayoría importante no habla castellano porque trabajan en negocios sin mostradores, como los del mundo de la confección», explica a Alfa y Omega Gonzalo González, su párroco, más conocido como Chalo. Estos feligreses son unos 200 y han supuesto aproximadamente la mitad de los 500 fieles chinos que celebraron una Misa jubilar en la catedral de la Almudena el pasado domingo, día siguiente a la festividad de Nuestra Señora de Sheshan, patrona del país, que se identifica con María Auxiliadora. Fue una Eucaristía presidida por el obispo auxiliar Vicente Martín, quien les envío ese saludo de «paz a vosotros» con el que León XIV comenzó su pontificado.

Unos 200  fieles chinos forman parte de  Nuestra Señora de la Soledad y la Transfiguración del Señor
Unos 200 fieles chinos forman parte de Nuestra Señora de la Soledad y la Transfiguración del Señor. Foto: Gonzalo González.

Pese a la ambiciosa pastoral específica en Usera para este colectivo, que recae principalmente sobre el vicario parroquial Andrés —originario del gigante asiático—, Nuestra Señora de la Soledad y la Transfiguración del Señor da cada día más pasos para mezclar a sus feligreses de lengua china y española. Se trata de una sola unidad pastoral, aunque cuenta con dos iglesias. La atención a la diáspora se concentra principalmente en la Soledad. Allí, por ejemplo, «durante celebraciones especiales como la Misa del gallo o el Triduo Pascual, tenemos una liturgia especial y bilingüe», algo más larga pero única para todos. «Estéticamente y en el sentido de catolicidad es una delicia que compartamos un sacramento con otras culturas», opina Chalo. No en vano, como en el barrio hay inmigración de otros orígenes, Nuestra Señora de la Soledad cuenta en su interior con imágenes de, aparte de Nuestra Señora de Sheshan, la ecuatoriana Virgen Inmaculada de Guano y la boliviana Virgen de Urkupiña. Y la Soledad, que es su patrona, la Virgen del Pilar y la del Carmen.

Siguiendo con las indicaciones del Sínodo, los fieles nacidos en el extranjero también forman parte de su consejo parroquial. Una de las últimas iniciativas que tienen entre manos es «una excursión interparroquial y familiar» el próximo 14 de junio al Centro Diocesano de Infancia y Juventud El Atazar —en la Sierra Norte de Madrid— y en la que, para estrechar vínculos, «vamos a hacer turismo y comer tortilla o ceviche». Servirá para reproducir un éxito reciente, pues «hace un mes y medio fuimos con un grupo de jóvenes chinos y no chinos a Segovia para potenciar su relación», rememora González. «El balance es muy bueno y es una cosa que se va a repetir» de muchas maneras diferentes. Los unos tienen mucho que aprender de los otros. Chalo subraya el ejemplo que los fieles chinos dan a los españoles en su comunidad pues «entre ellos, cuando llega un cristiano nuevo, se preocupan por cómo está y hay una atención muy interesante». «Eso lo tienen muy clarito, mucho más que los españoles», celebra.

Aquí hay deberes para todos

Un sacerdote chino de otra parroquia madrileña preocupado por guardar el anonimato nos cuenta que el del domingo fue «un acto de comunión entre todos los chinos de España» y sirvió para crear unidad entre los fieles dispersados por Parla, Valencia o Zaragoza. «Tenemos que celebrar juntos y hacer vida comunitaria; no es solo un testimonio para la Iglesia de aquí sino también para la de China», reivindica.

Excursión a Segovia con jóvenes chinos, españoles e hispanos de la parroquia de Gonzalo González
Excursión a Salamanca con jóvenes chinos, españoles e hispanos de la parroquia de Gonzalo González. Foto: Gonzalo González.

Proveniente de un área rural, él no ha sufrido en sus propias carnes la misma persecución que otros compatriotas y cuenta que «podía ir a la iglesia todos los días y vivía la fe en casa con libertad». Fruto del ejemplo del sacerdote local y la espiritualidad cultivada, «surgieron unas diez vocaciones en mi pueblo». Que es —una mera casualidad— el mismo número de monaguillos chinos que hay en su parroquia madrileña. Estos muchachos «tienen el rito de la Misa muy bien preparado y están entusiasmados por la fe». Finalmente, pone deberes bilaterales porque, aunque «casi todos los chinos dicen que los españoles los tratan muy bien», echa en menos una acogida más entusiasta. E igualmente pide a sus compatriotas «abrirse poco a poco».

En otras lenguas

Gonzalo González confiesa que, antes de que su parroquia redoblara la pastoral con chinos, «venía de vez en cuando alguno a confesarse». No conseguían entenderse con palabras, pero el respeto a los ritos de aquellos fieles mantenía orientado al párroco. «Entraban con el rosario en la mano, hacían la señal de la cruz, se ponían de rodillas, decían el “Ave María Purísima” y se paraban en seco». Él los escuchaba sin entenderlos y les daba la absolución, porque «Dios entiende más lenguas que yo».