Un padre para los jóvenes - Alfa y Omega

Nunca me gustaron las despedidas. Sin embargo, después de tantas como nos va pidiendo la vida, aprendí que el corazón conecta con la memoria para agradecer. Durante los últimos cuatro años en los que he colaborado con el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, como su delegada entre los jóvenes de la archidiócesis, he sido testigo de su predilección por esta porción del pueblo de Dios. No exclusiva, pero sí especial. Y fundamentalmente de la respuesta de tantos jóvenes a su cariño y entrega, a quienes anunció la persona de Jesús de Nazaret y transmitió la alegría de vivir el Evangelio.

El 12 de diciembre de 2014, a escasos dos meses de haber llegado a Madrid, convocó a los jóvenes a rezar juntos ante el Santísimo en la catedral. Les propuso repetir la cita cada primer viernes de mes, creando una relación de padre y pastor ininterrumpida. A muchos, su predicación, cercanía y escucha les ayudó a fortalecer la fe y a experimentar la belleza de la Iglesia-comunidad. Creó espacios de escucha y participación en la preparación del Sínodo Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (2018), y los Parlamentos de la Juventud, donde surgieron propuestas que, junto a las líneas pastorales, se fueron haciendo realidad a través de programas en los que impulsó el protagonismo de los jóvenes. Su visión pastoral promovió una acción más articulada entre los diversos sectores y realidades juveniles de la diócesis.

Durante la dura experiencia de la pandemia propuso un «plan esperanza», en el que les enseñó a mirar con ojos nuevos la realidad, a crear una red de solidaridad a lo largo y ancho de la diócesis, a liderar proyectos que respondieran a las necesidades con creatividad y, sobre todo, les ofreció una manera de vivir desde la fe y les mostró la ternura de un Dios que es misericordia y amor. Experiencia que fecundó un despertar juvenil de nuevos talentos musicales y liderazgos, de procesos formativos, voluntariados, presencias en la vida pública —como la Red Fratelli— o encuentros de evangelización, como Madrid Live Meeting, entre otros.

Acompañó acciones de larga tradición en la diócesis, como la vigilia de la Almudena, peregrinaciones o el Camino de Santiago, así como el surgimiento de nuevos movimientos juveniles y de métodos de primer anuncio. Confirmó en la fe y la misión a muchos grupos laicales o del entorno de la vida consagrada. Buscó en todo momento alentar la comunión eclesial y la dimensión vocacional de la vida.