Un niño con discapacidad convence al Papa para que le regale un solideo - Alfa y Omega

Un niño con discapacidad convence al Papa para que le regale un solideo

Francisco alaba durante la audiencia general la libertad del pequeño, tema que ha centrado la catequesis de esta semana

Redacción
El niño se acerca al Papa para interesarse por su solideo. Foto: EFE / EPA / Fabio Frustaci.

Un niño con discapacidad se convirtió este miércoles en el protagonista de la audiencia general del Papa Francisco, tras abandonar su lugar entre el público con su madre, subir al estrado y acercarse al Pontífice para pedirle el solideo.

El pequeño, que se llama Pablo, correteó durante varios minutos al lado del Papa, con quien llegó a entablar una breve conversación, y se sentó en la silla del regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, Leonardo Sapienza. El niño no ocultó en ningún momento su interés por el solideo papal y, de hecho, mostró su deseo de llevárselo.

A pesar de que la guardia pontificia lo invitó a volver a su lugar entre el público, el Papa sonrió pacientemente al pequeño y afirmó: «Este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en casa». Y le agradeció la lección, porque, añadió, «los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida, los niños continúan». En este sentido pidió «que el Señor lo ayude en su imitación y crecimiento».

Al final, la insistencia dio sus frutos y le regalaron un solideo, momento en el que volvió satisfecho con su madre, que se encontraba entre los miles de fieles que acudieron al Aula Pablo VI para escuchar al Papa Francisco.

Foto: Reuters / Remo Casilli.

La libertad es servir a los demás

Tras esta bonita anécdota, Francisco continuó con el ciclo de catequesis sobre san Pablo. Tomando como punto de partida la Carta a los Gálatas, abordó la cuestión de la libertad, que no es «un modo de vivir libertino, según la carne», sino lo contrario: «La libertad en Cristo nos lleva a estar al servicio de los demás».

Asimismo, el Papa afirma que «somos libres para servir, y en eso consiste la libertad» y, por tanto, «no hay libertad sin amor». De este modo, cuando la libertad se centra en hacer lo que uno quiere «no es libertad, porque se vuelve sobre sí misma, no es fructífera».

Al finalizar la audiencia, el Pontífice saludó a las hijas de la madre Torres Acosta, las Siervas de María Ministras de los Enfermos, allí presentes: «Estas monjitas se pasan las noches cuidando enfermos y duermen un rato de día. Son un ejemplo de lo que es servicio hasta el fin, con abnegación de sí mismas. Sigan por ese camino. Gracias por lo que hacen».