Un montón que siempre crezca - Alfa y Omega

Amigos, propongo que formemos un club —ya le daremos nombre— que una, sindique, asocie y reúna a todos los compradores patológicos de libros en defensa de sus intereses sobre aquellos otros que les acusan de tener demasiados, de gastar mucho en páginas y de su acumulación en crecientes montones de pendientes apilados sobre mesas de noche. Propongo un bonito club que con un: «Hola, me llamo Fulanito y soy comprador de libros por encima de mis posibilidades lectoras» comience las reuniones de sus entrañables miembros. Miembros que, pese a su tendencia compradora no quiere decir, no se confundan, pequen de compra impulsiva o indiscriminada. No. Los sobrecompradores de libros lo único que no tienen en cuenta, que pierden de vista y que podría reprochárseles, es el tiempo real de que disponen para leer sus nuevas adquisiciones. Nunca una falta de criterio.

Propongo un club cuyos miembros sean esos que piensan, optimistas, que cualquier día les puede venir una herencia bien dotada o un premio gordo del Euromillones —que no echan, por cierto— que les capacite —económicamente— para dejarlo todo y dedicarse a la vida contemplativa y lectora. Un club cuyos miembros sueñen con poder responder a la manera en que lo hizo el conde Rostov en Un caballero en Moscú ante similar interrogante: «Dígame, ¿a qué dedica su tiempo?». «A cenar, conversar, leer, reflexionar. Los líos habituales».

Decía Julián Marías que el hombre, a fuer de su ilusión y de su proyección a futuro, es un ser futurizo, del mismo modo que cuando alguien tiende al enamoramiento es enamoradizo y cuando otro es propenso al enfado es enfadadizo. Yo creo que ese carácter futurizo es el que se manifiesta en el comportamiento de los miembros del propuesto club y los une. «Vivir es previvir», dijo el profesor, y en ese acumular montones de libros pendientes dispersos por la casa hay mucho de previvir, de intención, de búsqueda de una felicidad futura y cotidiana, como aquella del aristócrata cautivo de Towles.

Por eso propongo, amigos, la creación de este necesario club que cobije a aquellos que comprenden que a la vida uno debe pedirle cosas sencillas y pequeñas, entre ellas ese montón de libros por leer que siempre crece. Porque en él se contiene toda esa ilusión, esperanza y búsqueda que nos hace ser humanos.