«No se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar»: así comienza el vídeomensaje del Santo Padre Francisco, con motivo de la ostensión de la Sábana Santa, el pasado Sábado Santo, en la catedral de Turín. «Este rostro —añadió— tiene los ojos cerrados, pero misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla. Dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón… La fuerza del amor de Dios todo lo vence».
El Papa Francisco visitó detenidamente la necrópolis vaticana: siete metros por debajo del Altar de la Confesión, de la basílica de San Pedro, apareció el sepulcro del apóstol Pedro, enterrado en la necrópolis de la colina vaticana, junto al circo de Nerón en el que fue crucificado cabeza abajo. En las fotos, el Papa recorre la necrópolis y se postra de rodillas ante la tumba del Pescador de Galilea.
Anteayer, 2 de abril, se cumplieron ocho años del paso del beato Karol Wojtyla, Juan Pablo II, a la vida eterna. Ocho años después, la tumba del inolvidable Pontífice concita la veneración de miles de fieles diariamente en la basílica de San Pedro. El Papa Francisco, al que Juan Pablo II nombró obispo en 1992 y creó cardenal en 2001, ha comentado reiteradamente: «No tenía miedo porque estaba imbuido de la fuerza de Dios».