Un colegio en el que la catequesis la dan los padres
Santiago acaba de hacer la Primera Comunión. Le ha preparado su madre, Carlota, y las de otros dos compañeros de su colegio, Nuestra Señora del Recuerdo, en Madrid. La experiencia ha sido «un regalo» para él. Su madre también ha aprendido mucho
El 14 de mayo Santiago comulgó por primera vez. La celebración, en su colegio, Nuestra Señora del Recuerdo (Madrid), «fue muy chula: cada uno hacía una cosa. Yo leí la oración final a la Virgen». Con las ofrendas llevaron sus cuadernos de catequesis y material escolar que habían comprado entre todos para niños con menos recursos. Después «tuvimos fiesta en casa de mi abuela. Yo estaba muy contento». Sobre todo, por haber recibido a Jesús.
De hecho, le gustó tanto que a los pocos días le dijo a su madre: «Quiero ir a Misa, porque si no hasta el domingo que viene no volveré a comulgar». Así que dos veces esa semana su madre, Carlota, lo acompañó a la Misa de ocho de la mañana del colegio. En Nuestra Señora del Recuerdo ella se siente como en casa, porque ha estado yendo cada semana desde hace cuatro años para dar catequesis.
Hace tiempo que en este colegio los padres son los catequistas de sus hijos. «Las familias están muy implicadas, sobre todo en las actividades de pastoral», explica el responsable, el sacerdote jesuita Carlos Mulas. Algunos son monitores en una convivencia de un día que se hace cada curso y que se llama Encuentros con Cristo. Y hay casi 90 que se encargan de los 36 grupos de Comunión. En el de Santiago estaban, además de su madre, María Luisa y Mar. A comienzo de curso se invita a ser catequistas a todos los padres de los niños de 3º de Primaria, que son los que empiezan a prepararse para la Comunión. Carlota se enteró cuando llegó a ese curso su hijo mayor, Gonzalo. «Me hacía mucha ilusión la idea de participar, porque para mí la fe es un tema muy importante del que hablar con mis hijos». Al mismo tiempo, «pensaba que a lo mejor no valía, porque no soy profesora de Religión». Por suerte, en el colegio «nos ayudan mucho». Al principio les dan algunas charlas, entre otros temas sobre cómo enseñar a niños de esa edad. Luego, «cada semana nos reunimos los padres en la capilla del colegio y nos hablan del tema de la semana siguiente» para que se lo preparen. También les dan materiales ya hechos y hay una carpeta en internet con vídeos.
La conversación sigue en casa
A Santiago le ha encantado la experiencia. «Que tu catequista sea tu madre me parece un regalo», dice convencido. Lo mismo piensa su hermano Gonzalo, que hizo la Comunión hace dos años. Además, después de la catequesis pueden repasar y hablar de los temas en casa, porque «en el colegio te dan muchas pistas sobre cómo hablar más de Dios de forma fácil», cuenta ella. Así conoció un libro con oraciones que han estado usando cada día antes de dormir. Y los niños pueden expresar sus dudas. «¡No veas las preguntas que hacen!», exclama Carlota. Incluso a ella le está ayudando «un montón», porque para explicarles la fe ha tenido que pensar más en su vida. «Es una evangelización también para nosotros». Por eso, en las tres reuniones que hacen con todos los padres de niños de Comunión, Carlos los invita a que «aprovechen este tiempo para acompañar a sus hijos» en este camino, incluso si no son catequistas. «Y a los niños los animamos a que pregunten cosas en casa».
Eso sí, Santiago reconoce que hay alguna pega a tener a su madre de catequista: «Un compañero muy travieso me hacía reír y mi madre me regañaba a mí. Pero reconozco que me lo merecía». Para evitar situaciones parecidas, cuando llega el momento de hacer la Primera Confesión, los niños no se preparan con las catequistas, sino con Carlos. «Me ayudó a hacer el examen de conciencia. Tenía vergüenza de las cosas que había hecho mal, pero al final las dije».
El año que viene, Carlota volverá a ser catequista, esta vez de Pedro, de 8 años, que va a empezar 3º. Espera que la experiencia sea igual de buena y que comulgue con la misma alegría que sus hermanos mayores. Gonzalo, que lleva haciéndolo ya dos años, nos cuenta que «sigo yendo a Misa los domingos con ilusión porque voy a recibir a Jesús y cuando lo tengo dentro me siento bien».