El día 19 de marzo, fiesta de San José, es el Día del Seminario. En muchos sitios, los seminaristas visitan las parroquias para explicar cómo les ha llamado Dios, y para pedir que se rece para que haya vocaciones. Pero, en Valencia, el día 19 es la gran fiesta de las Fallas, así que allí, este año, el Día del Seminario se trasladó al domingo pasado.
Como en otras diócesis, en esta celebración se ha implicado mucho el Seminario Menor, donde se preparan para el sacerdocio los chicos que aún no tienen 18 años. Con motivo del Día del Seminario —explica el padre Javier, el rector del Seminario—, «los chavales están yendo a los medios de comunicación y a las parroquias para dar testimonio de que Dios también puede llamar a ser sacerdote a alguien, aunque aún no tenga edad para serlo».
Una forma especial de dar testimonio es entre los chicos de su edad. No es lo mismo conocer a un cura o un seminarista mayor que tú, que el hecho de «que un chico de tu edad te diga que quiere ser sacerdote. Alguno se puede sentir más identificado con lo que cuentan». Por eso, en estas fechas se realizan en el Seminario Menor tres convivencias de un fin de semana.
Dios nos llama a todos
La primera fue a principios de febrero, con el grupo Samuel. Acudieron chicos y chicas de toda la diócesis, desde 6º de Primaria hasta 1º de Bachillerato. Con actividades de todo tipo, profundizaron en la pregunta que le hizo Jesús a Pedro después de resucitar: ¿Me amas? Van chicas también, porque el objetivo de la convivencia es que descubran que el Señor a todos nos llama a seguirle. Por eso mismo, también había religiosas entre los responsables. Las chicas que quieren pasan luego al grupo Betania, y los chicos, al grupo Damasco.
A finales de febrero, hubo otra convivencia con monaguillos de las parroquias, que muchas veces también son la cantera del Seminario. En Valencia, «aunque ahora hay menos monaguillos que antes, los que hay son estupendos: muy majos, muy activos, muy divertidos». Los chicos, desde los 9 años, participaron en actividades relacionadas con la parábola del hijo pródigo y también pudieron conocer al arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro.
La próxima convivencia, este fin de semana, está dirigida a los chicos que sienten más interés o curiosidad sobre el seminario, y que forman el grupo Damasco. Esta vez, no habrá actividades extraordinarias, sino que tendrán la oportunidad de hacer la vida cotidiana en el Seminario Menor —oración, estudio, tiempo libre, deporte…—, para conocer cómo es. Y, si Dios quiere, quizá alguno de ellos se convierta, en el futuro, en seminarista.
A diferencia de otros Seminarios menores, que son colegios donde algunos chicos quieren ser sacerdotes y otros no, el de Valencia es una residencia. Los 22 chicos que viven en él ya «tienen muy clara» su llamada, nos dice su Rector, el padre Javier. Estos chicos van, en el mismo edificio, a un colegio mixto de la diócesis.
Uno de ellos es Samuel Montagut, que tiene 15 años y lleva cuatro en el Seminario. Explica cuál es la misión de los seminaristas menores durante las convivencias de estos fines de semana: «Los guiamos por el Seminario, estamos con ellos… Y en algunos ratos, después de la merienda o durante el tiempo libre, nos preguntan por qué estamos ahí y se lo explicamos».
Él mismo sintió la llamada de Dios durante un encuentro del grupo Samuel: «Mi antiguo cura me invitó a salir de monaguillo en Misa, y dije que sí. Luego lo cambiaron, y el nuevo me invitó a una convivencia del grupo Samuel en el Seminario Menor. Durante la exposición del Santísimo y las oraciones, noté que Dios me llamaba. Cuando vinieron mis padres a buscarme, mi espíritu se quedó en el Seminario», pero tenía que volver al pueblo. Dos años después, consiguió entrar y, hoy, está ya preparándose para ser sacerdote.