Un carmelita ucraniano reflexiona sobre el Miércoles de Ceniza y el bombardeo a Yitomir
La mirada de Cristo es «el sitio más seguro para pasar por esta guerra, por esta Cuaresma», invita el padre Jozef Kucharczyk desde Kiev
¿Qué tiene que ver el Miércoles de Ceniza con Yitomir, la ciudad a 140 kilómetros al oeste de Kiev donde en la noche del martes un misil destruyó diez casas, matando al menos a dos personas e hiriendo a 17, seis de ellas niños? El padre Jozef Kucharczyk, carmelita descalzo del monasterio de Berdichev, se ha inspirado en esta «tragedia» para reflexionar sobre el comienzo de la Cuaresma con las carmelitas descalzas de Kiev. Una reflexión especialmente oportuna en la jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania que ha convocado el Papa para este miércoles.
El padre Kucharczyk se trasladó a la capital ucraniana para acompañar a las cuatro contemplativas que se quedaron en la ciudad. Este miércoles, tras visitarlas, el fraile ha compartido sus reflexiones en un videomensaje enviado a Miguel Márquez, el superior general de los Carmelitas Descalzos. El ataque a Yitomir les ha afectado especialmente porque la capital de la provincia del mismo nombre está a solo 20 minutos en coche de Berdichev.
«Mirando las fotos, piensas “¿cómo es posible sobrevivir a un bombardeo así?”», comparte el fraile. La respuesta es que «tuvieron tiempo de esconderse en el sótano de sus casas, un sitio muy seguro». Así, enlaza con las referencias del Evangelio del Miércoles de Ceniza a «lo escondido», la invitación de Jesús a dar limosna y rezar «en lo secreto».
«Tenemos que escondernos»
«Lo escondido es muy importante en nuestra vida cristiana: en nuestras oraciones, en nuestro ayuno», explica el carmelita. Permite «esconderse, huir del peligro, de la gente, de los sentimientos» como la «soberbia», y de las situaciones que «pueden destruir nuestras familias, nuestra fe, nuestro amor al Señor». Ante esas cosas, «tenemos que escondernos».
Sin embargo, «Cristo nos enseña que para Él esconderse no es solamente huir de la gente, del peligro». A la vez, y sobre todo, es «ponerse ante los ojos del Padre», que «ve en lo escondido». Y, por eso, aunque «siempre empezaba la Cuaresma con la imagen del Cristo muy llagado» de santa Teresa de Jesús, este año ha cambiado.
Ha querido poner ante la mirada y el corazón de las contemplativas a las que acompaña, y de todo el mundo, el Cristo de los lindos ojos. La pintura, elaborada por encargo de la Santa de Ávila al artista Jerónimo Dávila para una ermita del convento de San José, muestra a un Cristo flagelado. «Ese Cristo de los lindos ojos nos está mirando», concluye el padre Kucharczyk. «Y ese es el sitio más seguro para pasar por esta guerra, por esta Cuaresma».