Un camino para seguir creciendo
El proceso de consulta previo al Congreso de Laicos del próximo febrero ha detectado la «necesidad de una formación más plena, auténtica y propia de la vocación laical». Su ausencia debilita las comunidades cristianas
Una de las claves del instrumentum laboris del Congreso de Laicos que se celebrará del 14 al 16 de febrero con el lema Pueblo de Dios en salida es la petición de «ofrecer una renovada formación». Este ámbito «posee mucha importancia en todos los órdenes de la vida». Sin embargo, las 37.000 personas que han participado en el proceso de preparación del encuentro han detectado la falta de formación como uno de los elementos que debilitan a las comunidades cristianas. «Experimentamos en este contexto la necesidad de una formación más plena, auténtica y propia de la vocación laical».
Los procesos formativos —continúa el documento base del encuentro— han de integrar la acción, el «compromiso transformador de la realidad», y estar orientados a «formarse juntos, formarse desde la propia vocación, formarse para la misión». Este espíritu se cristaliza, por ejemplo, en la sugerencia de implementar «programas de formación conjunta entre laicos y consagrados», con el fin de potenciar una Iglesia misionera en salida».
En los trabajos previos, según se deduce del contenido del instrumentum laboris, se ha insistido bastante, en concreto, en la necesidad de divulgar más la doctrina social de la Iglesia. Ignacio María Fernández de Torres, consiliario de Justicia y Paz de Madrid, recuerda que Juan Pablo II la definió en Novo millennio ineunte como «una dimensión imprescindible del testimonio cristiano». «Si queremos que la Iglesia tenga una presencia evangelizadora y significativa en los espacios públicos —añade— mal vamos si no tenemos conocimiento y amor por las herramientas que ella misma nos da para ello».
El tiempo libre y el ocio son ámbitos «en los que cada uno escoge libremente lo que va a hacer». Por eso, es importante que la fe se haga presente en ellos, «formando el corazón del hombre, su cabeza y su alma a través de algo de lo que disfruta». Lo explica Héctor Pérez, director del Secretariado de Ocio, Tiempo Libre y Campamentos de la archidiócesis de Toledo. Una de sus iniciativas es Aventura Frasatti. Coetánea a la encíclica Laudato si, es «una catequesis viva que busca el encuentro con Dios a través de la creación». El primer sábado de mes se organiza una actividad de senderismo, pensada «para que también puedan venir familias con niños o personas menos entrenadas». La jornada comienza con una breve reflexión, y termina con la Eucaristía en medio de la naturaleza.
La asociación pública de fieles Misioneros de la Esperanza –en la imagen–, especialmente fuerte en Málaga, nació para el apostolado con niños y jóvenes. Pero el camino de ocio, aprendizaje y sacramentos no concluye cuando los jóvenes pasan a ser monitores. «A los 18 empiezan a prepararse –explica Juan Carlos Gutiérrez– para, si quieren, entrar a los 23 en una comunidad». En ellas hay misioneros de todos los estados de vida que, además de dedicarse a la pastoral juvenil, siguen formándose: «Hay un itinerario muy reglado, de diez años, que abarca el Antiguo y el Nuevo Testamento, historia de la Iglesia… Se lo debemos a un sacerdote, ya fallecido, que hizo mucho hincapié en ello. Cuando la comunidad está consolidada, tiene más libertad para orientar su formación hacia lo que le interese más; aunque una vez al mes hay un tema común para todos».
Cuando en otoño de 2016 arrancó en Madrid la Escuela de Formación Social, «los más optimistas le daban dos años y 25 alumnos por vicaría –reconoce Ignacio María Fernández de Torres, consiliario diocesano de Justicia y Paz–. Llevamos ya cuatro años, con 40 o 50 en cada una», a pesar de que a veces siguen encontrando obstáculos. Después de un intensivo inicial de diez sesiones por zona, se ha implantado de manera estable en siete de las ocho, con una charla mensual abierta a todos. Esta cercanía territorial es una de sus claves. La otra, que «además de dar formación en doctrina social es escuela de pastoral social», de forma que la reflexión de la Iglesia sobre las cuestiones sociales, económicas, políticas y culturales se plasma en campos como la pastoral penitenciaria, del trabajo, migratoria… «No queremos que se agote en el gusto por saber, sino que refleje la vida de la diócesis», con sus delegaciones e iniciativas.
En el funcionamiento de MAG+S, la entidad vinculada a los jesuitas para la formación cristiana de jóvenes adultos, la vida en grupos que se reúnen y en los que se invita también a la oración y el voluntariado se complementa con experiencias puntuales de formación cristiana y espiritualidad, servicio y misión para suscitar la inquietud de los jóvenes por ámbitos que quizá tengan menos desarrollados. Dentro de ellas –explica el coordinador de MAG+S en España, Juanjo Aguado– figuran los encuentros Más Que. «En el primero, que hemos hecho para el derecho, la economía, la ingeniería y la sanidad, queremos interpelarles sobre cómo su vocación profesional forma parte de su vocación cristiana». Una segunda etapa son retiros más pensados para el discernimiento.