Ucrania quita la ciudadanía al primado de la Iglesia ortodoxa antes vinculada a Moscú

Ucrania quita la ciudadanía al primado de la Iglesia ortodoxa antes vinculada a Moscú

El decreto, firmado por el presidente Zelenski, alega que en 2002 el metropolita Onofre obtuvo la ciudadanía rusa; algo que el primado atribuye a una renovación automática originada en tiempos de la URSS

María Martínez López
Onofre revestido durante una celebración en el monasterio de las Cuevas de Kiev, el Pechersk Lavra en julio de 2023.
Onofre en el monasterio de las Cuevas de Kiev, el Pechersk Lavra en julio de 2023. Foto: lavra.ua.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha privado de la ciudadanía al metropolita Onofre, primado de la Iglesia ortodoxa ucraniana. La noticia la difundió el Centro de Prensa del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU por sus siglas en inglés). 

El SBU justifica la medida en que Onofre obtuvo la ciudadanía rusa de forma voluntaria en 2002 y, sin informar de ello a las autoridades ucranianas, siguió aprovechando el estatus de ciudadano ucraniano. Por otro lado, le acusa de mantener vínculos con el Patriarcado de Moscú y de oponerse de forma deliberada a la independencia canónica de la Iglesia ortodoxa de Ucrania, obtenida en enero de 2019. Se afirma incluso que está a favor de la política del patriarca ruso, Cirilo, de apoyar la invasión del país.

En una comparecencia ese mismo día, Zelenski afirmó que «continuamos nuestros esfuerzos totalmente justificados» hacia «individuos que se han alineado con Rusia» y «trabajan contra la independencia de Ucrania», incluida la espiritual. «Estas personas no tienen lugar en Ucrania y nunca lo tendrán». 

«No tiene pasaporte ruso»

La Iglesia ortodoxa ucraniana respondió que «el metropolita Onofre ha explicado que solo tiene el pasaporte de un ciudadano de Ucrania». Más allá de este, «no tiene ningún otro, incluido el de la Federación Rusa». En un artículo en su página web, que cita declaraciones del portavoz de la Iglesia a la BBC, asegura que tampoco «ha solicitado nunca a los organismos estatales de otros Estados adquirir otra ciudadanía». 

La cuestión de la nacionalidad rusa de Onofre ya había surgido en abril de 2023. Entonces, el primado respondió con una larga declaración en la que explicaba su versión de los hechos. Según esta, cuando la Unión Soviética se desmoronó en 1990, habiendo sido «ciudadano de facto» de Rusia por tener permiso de residencia allí «adquirí un pasaporte ucraniano». Sin embargo, «la ciudadanía rusa se prorrogó de forma automática», a pesar de que «no me interesaba, ni la usaba ni tenía significado ni nadie me procesó por ello». 

Por aquel entonces, las relaciones entre ambos países eran «buenas y fraternas». Cuando se deterioraron, «especialmente en los últimos diez años, renuncié a la ciudadanía rusa». Además, «hablé contra la guerra de Rusia contra Ucrania y condené su agresión. Me considero ciudadano solo de Ucrania». En su declaración no hacía alusión al pasaporte que según el registro estatal ruso se emitió en 2002.

Cercanía a Moscú sin pruebas

 El abogado estadounidense Peter Anderson, experto en cuestiones relacionadas con las Iglesias ortodoxas, matizaba en una publicación en su newsletter que desde 2023 «esta cuestión a recibido poca o ninguna atención en los medios». Y se pregunta «por qué más de dos años después el Gobierno ucraniano ha decidido ahora usarla como base para arrebatarle la ciudadanía». 

 Cree que la razón de fondo es otro argumento que enumeraba el SBU: el apoyo a la política de la Iglesia ortodoxa rusa y del patriarca Cirilo a favor de la invasión. «Personalmente, no tengo conciencia de ninguna prueba que ratifique esta afirmación». De hecho, recuerda que tras la invasión a gran escala, el 27 de mayo de 2022 esta iglesia cortó su vinculación con Moscú. Además, el pasado 20 de mayo Onofre habló en un discurso oficial de cómo Cirilo «desgraciadamente se alineó completamente con la jerarquía política rusa, justificando constantemente la agresión militar». 

Este movimiento de Kiev continúa en la línea de atribuir a la Iglesia ortodoxa ucraniana una vinculación ideológica y religiosa con Moscú. Para ella estaba diseñada la ley 8371, que prohíbe las actividades de organizaciones religiosas que tengan vínculos con Rusia. La norma ha sido criticada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y también por el nuncio en el país, Visvaldas Kulbokas. Sin embargo, el arzobispo mayor grecocatólico de Kiev se ha mostrado a favor