Turú invita a ir a por «los jóvenes, en vez de disputarnos espacios educativos»
El catalán Emili Turú dejará de ser superior de los maristas tras el Capítulo General que el instituto celebra hasta el 20 de septiembre en Rionegro (Colombia)
«Alguna vez he dicho que ser superior general es un “accidente laboral” que le puede ocurrir a cualquiera». A Emili Turú (Barcelona, 1955) le ha ocurrido durante ocho años. Un tiempo, explica a Alfa y Omega, que le ha permitido ampliar «mi visión del mundo», así como «mis planteamientos teológicos y espirituales». Un tiempo, también, que «me ha desafiado a ser más coherente y comprometido».
Turú dejará de ser superior general tras el Capítulo General que el Instituto de los Maristas celebra en Rionegro (Colombia) desde este viernes hasta el 20 de septiembre.
Del Capítulo General, durante el cual podrán ver personalmente al Papa —de visita en el país—, Turú espera «un nuevo comienzo», en el que los retos más importantes serían «evitar la tentación de concentrarse en buscar la supervivencia» del Instituto «por todos los medios» y «atender la emergencia de un laicado serio y comprometido alrededor de nuestra familia religiosa».
En este sentido, el todavía superior general invita a la congregación a preguntarse «cuáles son las periferias geográficas y existenciales de los niños y jóvenes de hoy… ¡y desplazarse a esas periferias!». Esa es, confiesa, «la única manera de asegurarse la permanencia en el tiempo».
El Capítulo General se celebra en Colombia, país en el que se encuentra actualmente el Papa Francisco. ¿Casualidad?
¡Bendita casualidad, diría yo! Hace más de dos años que decidimos hacer el Capítulo en Colombia porque queríamos celebrarlo en una de las periferias de nuestro mundo, y finalmente ha coincidido con la visita del Papa, que se decidió mucho más tarde.
Inauguramos el Capítulo el día 8 de septiembre en Rionegro, muy cerca de Medellín, y el 9 el Papa se encuentra con la Vida Consagrada en esa ciudad, así que todos los participantes en el Capítulo tendremos la oportunidad de participar en ese encuentro.
Estamos celebrando los 200 años de nuestra fundación y queremos que este inicio del tercer centenario signifique «un nuevo comienzo», como dice el eslogan que hemos elegido; por eso salimos de Roma para ir a Colombia, también como signo de ese «nuevo comienzo».
¿Qué espera del Capítulo?
El Capítulo general es un acontecimiento muy importante para la vida de un Instituto Religioso, ya que no sólo se elige el equipo de gobierno internacional, sino que se dan orientaciones, pautas, líneas de acción… y se toman decisiones que pueden marcar de manera decisiva el futuro del Instituto.
Por mi parte, espero que seamos capaces de permanecer muy atentos y muy abiertos al soplo del Espíritu. Creo que hay dos preguntas básicas que debiéramos ser capaces de responder en estas semanas que vienen: ¿Quién quiere Dios que seamos en este mundo emergente? y ¿Qué quiere Dios que hagamos en este mundo emergente?
¿Cuáles son los retos del Instituto para los próximos años?
Casi todos los Institutos religiosos nos encontramos en un período en que, globalmente, hay reducción numérica y envejecimiento. Creo que el reto más importante es evitar la tentación de concentrarse en buscar la supervivencia por todos los medios. En lo que hay que centrarse es en la misión para la cual nacimos en la Iglesia; ponerse en «estado permanente de misión», como repite frecuentemente el Papa. Esa es, paradójicamente, ¡la única manera de asegurarse la permanencia en el tiempo! En nuestro caso, se trata de preguntarse cuáles son las periferias geográficas y existenciales de los niños y jóvenes de hoy… ¡y desplazarse a esas periferias!Otro reto apasionante es el de la emergencia de un laicado serio y comprometido alrededor de nuestra familia religiosa, con todo lo que significa de don de Dios, pero también como reto para encontrar su propio lugar en la Iglesia y en la sociedad.
Aquí termina su servicio como Superior General de los Hermanos Maristas. ¿Con qué se queda de este tiempo? ¿A qué se dedicará en el futuro?
He estado 8 años como miembro del Consejo General y después otros 8 como Superior General. Ha sido un privilegio enorme poder servir, desde esas dos funciones, al Instituto Marista, del que he recibido tanto. Por otra parte, esos 16 años me han enriquecido mucho como persona, ya que me han permitido entrar en contacto con personas y realidades de los cinco continentes que han ampliado mi visión del mundo e incluso mis planteamientos teológicos y espirituales, y me han desafiado a ser más coherente y comprometido.
Me quedo con las personas. Sin duda alguna. Miles de rostros, especialmente de personas anónimas que están cambiando el mundo a través de su compromiso inquebrantable, y sin darse ninguna importancia.
¿Qué haré en el futuro? Alguna vez he dicho que ser Superior General es un «accidente laboral» que le puede ocurrir a cualquiera… así que ahora a seguir en la labor, pero de manera distinta.
En el carisma de los maristas está la educación, ¿cómo ve la de España?
Cuando uno compara la situación de la educación de España con otros países del mundo, sólo se puede decir que es buena y que tiene un buen sistema educativo, capaz de incluir a la educación concertada como servicio público.
En ese contexto, mi impresión es que la escuela católica está esforzándose por ofrecer un servicio de gran calidad, promoviendo una educación integral y promoviendo valores evangélicos como la inclusión, la solidaridad, el respeto…
Probablemente un reto de futuro sea el de seguir haciéndose presente en las fronteras de los niños y jóvenes donde no va nadie, en lugar de gastar nuestras energías disputándonos espacios educativos…