Tres claves de La solennità - Alfa y Omega

En plena Segunda Guerra Mundial y en la festividad de Pentecostés, el Papa Pacelli no quiso dejar de conmemorar la promulgación de la Rerum novarum, que calificó de «acontecimiento digno de esculpirse con caracteres de oro en los fastos de la Iglesia». Con el radiomensaje La solennità, convocó «a una especie de reunión católica universal» para hablar de la participación de los católicos en la constitución del orden social a través de su acción individual y organizada. El futuro de paz debía construirse desde el presente bélico. Ese espíritu animó todo el magisterio social y político de Pío XII desde el preciso momento de su elección.

En La solennità pensó en tres cuestiones clave y clásicas. La primera, el principio del destino universal de los bienes, cuyo fundamento reside en el Evangelio de la Creación. Los principios deben adaptarse a las circunstancias, pero nunca a costa de lo irrenunciable. Y lo irrenunciable para un cristiano es que ningún ser humano puede verse privado de lo necesario en orden a su dignidad.

La segunda, el trabajo como condición de ejercicio del derecho-deber de conservar la vida y participar activamente en la promoción del bien común. Derecho-deber que, de no poder ejercerse debidamente, requiere de la acción del Estado «en su división y distribución».

La tercera, la familia como espacio vital que merece ser libre de los condicionantes que le impiden desarrollarse y que merece una mejor y más justa distribución de los recursos mundiales, especialmente en el caso de las familias obligadas a emigrar.

A los 20 años de La solennità, Juan XXIII promulgó la Mater et magistra, después llegó la Gaudium et spes y Populorum progressio. Para una historia completa de la doctrina social de la Iglesia, este breve radiomensaje es crucial. Sin el magisterio de Pío XII no podría entenderse lo que vino después.