Todos seremos juzgados - Alfa y Omega

Todos seremos juzgados

El cardenal Rouco presidió, el pasado lunes, la Eucaristía en la apertura del Año Judicial. En la madrileña iglesia de Santa Bárbara, junto al Tribunal Supremo, el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal dijo que no es sólo imposible separar Derecho y moral, sino que «la experiencia personal de la moral y lo ético» es inseparable de la vivencia espiritual. Ante muchos de los más altos responsables de la Judicatura, el cardenal Rouco recordó que todos seremos un día juzgados por Dios

Ricardo Benjumea
Un momento de la homilía del cardenal Rouco en la Misa con ocasión de la apertura del Año Judicial
Un momento de la homilía del cardenal Rouco en la Misa con ocasión de la apertura del Año Judicial.

El 16 de septiembre, se celebraba la memoria de los Santos Cornelio, Papa, y Cipriano, obispo, ambos mártires, y el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, aludió a su valeroso testimonio de fe para recordar que, «queramos o no, habrá un juicio», en el que se nos preguntará «en tanto y en cuanto has entregado tú la vida»; «en qué medida uno ha aceptado a Dios como Creador en su vida, en cualquier orden de la vida», incluido el ejercicio de responsabilidades en la vida pública. Sabemos, eso sí, que será «un juicio de misericordia», con un juez con «corazón de padre».

Entre los presentes en la Eucaristía, celebrada con motivo de la apertura del Año Judicial, que tuvo lugar a continuación, bajo la presidencia de Su Majestad el Rey, estaban el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, don Gonzalo Moliner; el Fiscal General del Estado, don Eduardo Torres Dulce; y varios magistrados del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional, incluidos varios presidentes de Sala.

El cardenal Rouco, él mismo jurista, se refirió a la relación entre el Derecho y lo que es justo, pero dio un paso más allá. La justicia «tiene que ver con un Creador», y reconocerlo así «supone establecer un principio del que se deducen consecuencias y derivaciones evidentes, de naturaleza ética y moral, pero también espiritual. Es muy difícil –añadió–, incluso en la experiencia personal de cada uno de nosotros, separar la moral y lo ético de lo espiritual». Además, «cuando uno reconoce que no somos producto de la casualidad, ni somos un ser para la muerte, sino para la vida, se da cuenta de que hay Alguien que le ha creado, que le ha puesto en el mundo, y que ese Alguien tiene que ser infinitamente bueno». Ese reconocimiento debe tener repercusiones en la vida de cada cristiano, dijo.

A dos años del histórico discurso del Papa Benedicto XVI en el Bundestag alemán, el cardenal Rouco resaltó la importancia de «encontrar un fundamento ético y moral claro al establecer la categoría de derecho fundamental» y «un orden jurídico fundado en los derechos fundamentales de la persona y del bien común», no en la arbitrariedad. No obstante, además de «reconocer la vigencia del derecho natural» desde «la perspectiva del Dios creador», es también «importantísimo reconocer la posibilidad de cumplirlo, de vivirlo consecuentemente», lo cual exige apertura a la gracia de Dios redentor, que, «con el don del Espíritu Santo», viene a «fortalecer el corazón del hombre y la conciencia de la persona para poder cumplir lo que exige el derecho natural». De ahí la necesidad de acudir a la Eucaristía y a los sacramentos, dijo como consejo a los presentes el arzobispo de Madrid.

Fueron mensajes muy exigentes, pronunciados ante personas con altísimas responsabilidades en la vida pública española. El cardenal Rouco les puso nada menos que a los mártires como ejemplo de cristianos que no tuvieron miedo de «enfrentarse con las exigencias de ser justos».

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