Todo puede ser ocasión de encuentro
El nombre es el título de una divertida comedia que muestra cómo cualquier ocasión es propicia para hablar sobre los grandes temas de la vida. Una botella en el mar de Gaza, por el contrario, parte de una situación muy dura: una adolescente judía, testigo de un atentado, quiere encontrar a algún palestino que le explique el motivo de tanto odio
Una botella en el mar de Gaza
En la línea de otras películas que han tratado del conflicto palestino-israelí desde una perspectiva superadora, ésta de Thierry Binisti es, sin duda alguna, una de las más importantes, tanto por su originalidad como por su mirada antropológica. En la línea de títulos independientes como Ajami, de Scandar Copti, Los limoneros, de Eran Riklis, Zona libre, de Amos Gitai, o Domicilio privado, de Xaverio Costanzo, Una botella en el mar de Gaza es una magnífica muestra de una exquisita sensibilidad para rastrear lo humano donde otros sólo ven un problema político.
La película se basa en una novela epistolar de Valérie Zenatti, coguionista de la misma, que a su vez se inspira en hechos reales y experiencias autobiográficas. Tal es una adolescente parisina judía que vive, desde hace unos años, en Jerusalén con su familia. Tras ser testigo de un brutal atentado en el café Hillel, vive tratando de entender el porqué de tanto odio y violencia. Un día le pide a su hermano, militar, que tire al mar una botella, en la que ella ha escondido un mensaje: quiere contactar por e-mail con algún palestino que le ayude a entender. Un día, recibe respuesta en su bandeja de entrada. Es Gazaman, un palestino de Gaza, con el que va a emprender una conmovedora relación electrónica que va a suponer un punto de esperanza real en medio del infierno.
Esta sinopsis puede dar a entender que se trata de una historia romántica. Pero, lejos de eso, es la historia de una relación que permite que aflore la condición humana común y compartida, por encima de los prejuicios de la guerra y del odio oficial. Las heridas que cada uno tiene, fruto de la injusticia radical del conflicto, van dejando emerger paulatinamente el grito de lo humano, el deseo profundo de fraternidad, de reconocer en el otro lo más noble que hay en uno mismo. Fruto de ese intercambio epistolar, Gazaman va tomando decisiones encaminadas a salir de ese infierno, decisiones que contarán con la incomprensión de los suyos y el apoyo de su madre.
La película, que es una producción franco-canadiense-israelí, está rodada y montada con mucha fuerza, domina la atención del espectador, y se sostiene perfectamente con la brillante interpretación de Agathe Bonitzer (Tal) y Mahmoud Shalaby (Gazaman).
Thierry Binisti
Francia
2011
Drama
Todos los públicos

El nombre

Una divertida comedia francesa basada en una obra de teatro escrita por los mismos directores del film, Matthieu Delaporte (La Jungle) y Alexandre de La Patellière, que debuta tras la cámara después de producir y escribir varias películas. En la casa de Pierre (Charles Berling) y su mujer Élisabeth (Valérie Benguigui), se reúnen a cenar Vincent (Patrick Bruel) —hermano de ella— y su mujer Anna (Judith El Zein), que va a dar a luz pronto. También asiste un amigo de la infancia de los hermanos, el músico Claude (Guillaume de Tonquedec). Entre bromas surgen cuestiones personales ocultas que van a ir sembrando el desconcierto hasta la crisis final.
Un guión muy inteligentemente trabado y unos actores en estado de gracia hacen que, lo que en otras manos hubiera sido una tontuna sin interés, sea una brillante y desternillante película con vocación de éxito. A pesar del cinismo afrancesado que serpentea por el fondo, al final, el film es un canto a la familia, a la amistad y a la maternidad. Además, políticamente se distancia de la izquierda y de la derecha a partes iguales, y consigue construir personajes con indudable humanidad y verosimilitud.
El film tiene claros paralelismos con Un dios salvaje, de Polanski (2011), no sólo por su unidad aristotélica de espacio y tiempo —ambas se basan en un libreto teatral—, sino por su planteamiento y desarrollo dramáticos: un reducido grupo de afables adultos, que al hilo de una conversación y sus derivaciones, van sacando a la luz lo que las convenciones sociales y los imperativos de la buena educación mantenían ocultos. Sin embargo, frente al pesimismo radical de la cinta de Polanski, la francesa es mucho más luminosa, y ofrece un desenlace mucho más nítido.
Alexandre de La Patellière
Francia
2012
Comedia
Todos los públicos
