Toby Harward: «Las dimensiones de esta guerra no tienen comparativa» - Alfa y Omega

Toby Harward: «Las dimensiones de esta guerra no tienen comparativa»

El coordinador humanitario adjunto de las Naciones Unidas para Sudán es el responsable de negociar con el Ejército sudanés y los paramilitares la entrada de ayuda humanitaria en Darfur, la región más afectada

Patricia Simón
Harward en Al Fasher, capital del estado de Darfur del Norte (Sudán)
Harward en Al Fasher, capital del estado de Darfur del Norte (Sudán). Foto cedida por Toby Harward.

El grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) está cometiendo, según rigurosas investigaciones, una limpieza étnica contra el pueblo masalit, una etnia africana negra. ¿Cuáles son las causas de esta violencia?
Lo primero que hay que subrayar es que no se trata de un conflicto religioso, porque en Darfur todo el mundo es musulmán. Las principales causas del conflicto tienen que ver con las tierras y los recursos hídricos. Los árabes siempre han sido pastores nómadas que se desplazaban siguiendo las estaciones para que su ganado tuviese el mejor pasto. Los llamados africanos (la población negra) son sedentarios y se dedican tradicionalmente a la agricultura. Estos dos grupos tenían una relación simbiótica y cooperativa que se empezó a romper en los años 60 por unas graves sequías que provocaron una hambruna en 1984. Con la falta de pastos, los pastores cada vez bajaban antes al sur, por lo que el ganado destruía las cosechas. Y, a veces, los agricultores cultivaban también en los senderos de trashumancia. Así que estas comunidades empezaron a sentir que su existencia estaba amenazada por la otra.

¿Cómo llegó la violencia?
En la década de 1980 el coronel libio Gadafi apoyó a los grupos rebeldes que combatían en la guerra civil de Chad y que tenían sus bases en Darfur. Así fue como llegaron hasta allí muchas armas, que terminaron en manos de grupos sudaneses. En 2003 hubo una rebelión de africanos y como el Ejército estaba luchando en el sur contra el SPLM (el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán), Al Bashir armó a los árabes locales para que los combatiesen. Así fue como instrumentalizó las fricciones entre ambos grupos para aumentar un enfrentamiento que dura hasta la guerra de hoy.

Estamos viendo cómo el Ejército y las RSF obstaculizan la entrada de ayuda humanitaria para usar el hambre como arma de guerra. ¿Cómo son las negociaciones que usted mantiene con ellos?
Hemos estado presionando para que llegue la mayor cantidad posible de ayuda a Darfur, pero es muy difícil llevarla por su situación geográfica. La ruta más fácil y barata sería enviarla en barcos a Port Sudán y, de ahí, transportarla en camiones hasta Darfur, a 1.500 kilómetros. Pero hay combates de gran escala en muchas áreas del trayecto. El otro corredor es a través de Chad, por donde hemos podido llevar varias miles de toneladas de alimentos y otros artículos como medicamentos, equipos médicos, ropas de aseo y refugio. Pero, en febrero, el Gobierno de Sudán nos dijo que no podíamos seguir haciéndolo a través de Chad porque por esa frontera, especificaron, estaban entrando armas y material militar para las RSF y por eso querían cerrarla. Nos ofrecieron otra ruta por la que apenas hemos podido meter unas pocas decenas de camiones. Así que seguimos pidiendo al Ejército y a las RSF que nos den acceso, porque la situación es desesperada. Hay 5,1 millones de personas en Darfur que sufren una grave inseguridad alimentaria. No hay ningún otro país en el que tantos niños no puedan ir a la escuela por un conflicto. Los niveles de violencia sexual son absolutamente enormes. El número de personas que necesita asistencia humanitaria supera con creces los 25 millones. Así que las dimensiones de la guerra de Sudán no tienen comparativa con ninguna otra y van a seguir creciendo si no se ponen en marcha medidas para evitarlo.

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