Creo que nunca empiezo a escribir poniendo lo primero el título, como hoy he hecho. Pero tengo una certeza personal: que cuando hablamos de los pueblos y sus gentes, nos referimos a ellos no como tierra prometida, no como el Nazaret bíblico. Es esa tierra de viejos y, a veces, muchas veces, olvidados. Quizás es unos de esos márgenes de nuestra avanzada sociedad, uno de esos espacios de marginación, quizás. Tierra de viejos, sí. Tierra sembrada de pequeños pueblos en los que casi solo queda esta gente.
Quisiera presentaros a algunos de ellos. A estas personas les tocó vivir la guerra, la posguerra, la emigración de los más inquietos y han sudado para que sus hijos estudien. Sabían que les estaban comprando un billete para marchar de su casa y su pueblo, después de haberse formado a costa del esfuerzo de una gente a la que no le sobraba nada y habiendo veces en que no se tenía casi para salir adelante. Personas que lo han dado todo, ¿a cambio de qué?
Venid, entremos en la calle del pueblo. Esa que va poquito a poco con el andador, con 90 años en sus espaldas dobladas por el trabajo, se llama Nati, la tía Nati. Hace unos meses vivió la pérdida de la mujer de su nieto. Cuando solo hacía dos meses que había dado a luz, con 26 años. Cada día que hay Eucaristía, allí llega ella muy poco a poco porque sus piernas casi no la sostienen. Hace un día crudo, no pasamos de los
4 ºC, pero ella va a celebrar la fe junto a su pequeña comunidad, va a celebrar la esperanza que la sostiene. Cuando llega se encuentra con Tino, que ya ha tocado la campana, como lo lleva haciendo desde hace más de 50 años. Y Tino entonará los cantos de la celebración y lo hará con una sonrisa. Con esa sonrisa con la que recibe a Carmen y Quini, que ya llevan 72 años de matrimonio. En su casa siguen acogiendo cuando vienen a hijos, nietos y biznietos. Se reúnen en esta iglesia, a la que no le sobra el calor los días de invierno, este templo que ellos han retejado y sostenido. Y vienen a dar gracias por la vida, por la fe, por la familia y el pueblo. «Aunque hay cosas de esta sociedad de ahora que uno no comprende, pero…».
Tierra de sabiduría, de paciencia, de entrega, de testimonio callado, de fe y de comunidad. Sí, tierra de viejos, a Dios gracias.