Teresa Enríquez, «la loca del Sacramento» y precursora de Cáritas - Alfa y Omega

Teresa Enríquez, «la loca del Sacramento» y precursora de Cáritas

El Papa reconoció recientemente las virtudes heroicas de esta laica toledana, gran amiga y dama de honor de Isabel la Católica

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La venerable Teresa Enríquez. Obra de sor Inmaculada López de Lama. Foto Concepcionistas de Torrijos.

Construyó hospitales, redimió a cautivos, participó junto a la reina Isabel la Católica en la guerra de Granada curando a enfermos en los hospitales de campaña y fundó la primera sede de las cofradías eucarísticas en España. Se trata de Teresa Enríquez, dama de honor de la reina española y cuyo cuerpo incorrupto se conserva en Torrijos (Toledo). El Papa Francisco acaba de reconocer sus virtudes heroicas declarándola venerable. «Fue una mujer excepcional que se adelantó a su época», afirma Rocío López, miembro de la comisión de beatificación de Enríquez en su fase diocesana.

Dicen de Teresa Enríquez que ya de niña era una mujer piadosa. ¿De dónde venía su fe? ¿Cómo la cultivaba?
La espiritualidad y la vida interior de Teresa Enríquez se fue forjando en su infancia. Residió hasta los 18 años en el monasterio de Valdecospezo, en Medina de Rioseco, con su abuela Teresa de Quiñones, una mujer muy religiosa y muy exigente en su formación cristiana, pues solicitaba a religiosos de las órdenes de san Francisco, de santo Domingo y de san Agustín que la ilustraran con pláticas y disertaciones.

Muchas de las prácticas piadosas las aprendió de su abuela, las interiorizó y las hizo suyas. Ambas eran mujeres humildes, ayunaban, pasaban horas rezando y tenían entrañas de caridad. Lo primordial en su vida era la entrega a Dios y a los más necesitados: primero el alimento espiritual, para después repartir alimento a los pobres. Así aprendió a amar a la Virgen, a curar enfermos y a ayudar a las niñas huérfanas.

Y todo lo que aprendió allí, años más tarde lo puso en práctica en Torrijos. Fue fiel imitadora de su abuela, que la enseñó desde pequeña a ser austera y a ser buena cristiana, influyendo de manera decisiva en su espiritualidad. Teresa no pudo tener mejor maestra.

Un dato llamativo de Teresa Enríquez es que fue dama de la corte de Isabel la Católica. ¿Cómo sucedió?
Teresa Enríquez era prima hermana del rey Fernando. Hacia 1470 se casó con el comendador, contador mayor del reino y gran privado de los Reyes Católicos, Gutierre de Cárdenas; y tuvieron cuatro hijos. Él había sido maestresala de la princesa; dicen que era un hombre muy inteligente, trabajador y muy leal a Isabel. Por el cargo que ocupaba les era obligado estar en el palacio real y vivir junto a los reyes con gran intimidad. A Teresa nos la podemos imaginar mediando y creando espacios de buena convivencia en la corte, e incluso se decía que rezaba junto a sus criados e intercedía para que Gutierre despachara bien a los mercaderes.

En una ocasión le pidió a la reina Isabel cerrar un negocio porque «traigo quebrada la cabeza de los sermones que Teresa me ha hecho», y le contó «en verdad más me predica ella que los predicadores de vuestra alteza».

¿Cómo era la vida en la corte?
Teresa era dama de la reina, junto a Beatriz de Galindo, Beatriz de Bobadilla y otras. La relación entre ellas era de verdadera amistad. Estuvieron juntas en la guerra del Reino de Granada sirviendo a Dios en los enfermos, heridos, pobres y necesitados. Algo que las identificaba era que, antes de tomar cualquier decisión importante, lo meditaban en su interior y pedían consejo a sus confesores, que eran hombres sabios, austeros, con gran talento. Y ellas aceptaban los consejos con una gran humildad y obediencia, inusual en estos ambientes de la realeza.

¿Por qué dejó la corte?
Al morir Gutierre, en 1503, Teresa cumplió con todos sus encargos: villas, joyas, dinero… todo lo gastó en el servicio a Dios. Sintió mucho la muerte de su esposo, tras una larga enfermedad, así como la de su hijo Alonso, pero su fe y amor a Dios hicieron que su corazón estuviera sereno y en paz.

¿Cómo fue su vida después? ¿A qué se dedicó?
El matrimonio había adquirido un palacio al que ambos se retiraban con frecuencia. Aquí se refugió definitivamente. Después de la muerte de la reina, en 1504, se dedicó completamente a las cosas de Dios. Vestía de forma sencilla. Se dejaba aconsejar por un franciscano sevillano, el padre Conteras, que la ayudó a redimir a cautivos del Magreb, auxiliada por los frailes de la Merced y de la Trinidad, y le dijo cómo remediar el hambre con la siembra de las dehesas.

Fue una adelantada a su época, como así lo muestra la fundación de la Escuela de Mozos de Coro; la creación de una casa para ayudar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución, a las que les conseguía la dote para que se pudieran casar si era su deseo; y la acogida a niños huérfanos, a los que procuraba educación. Estas obras sociales eran poco comunes para una mujer y, además, seglar.

Junto a su marido, había edificado en Torrijos un monasterio de la Orden de Frailes Menores. Levantó también dos hospitales, uno de ellos para usos educativos y culturales, un monasterio de monjas de la Concepción en Torrijos, otro en Maqueda y otro más en Almería. Y, por último, la Colegiata del Corpus Christi, su gran obra.

Murió en Torrijos, y dicen que murió pobre, con tan solo 50 reales y una cama pobre. Vinieron desde distintos puntos de España a rendir honores y darle la última despedida. En Torrijos, ya en vida, se le llamaba «la santa».

¿Alguna otra anécdota interesante sobre su vida?
Cuando residía en Torrijos, vinieron años de hambruna y ella no podía mostrarse indiferente ante esta situación. Empezó a repartir alimento a los pobres que venían de Andalucía, de Extremadura, de Asturias, de Castilla y de otras muchas partes de España. Se cuenta que algunos la increpaban pidiendo que se marchara para que así no llegaran tantos pobres de fuera. Su proverbial generosidad con los necesitados y la administración de su patrimonio familiar en favor de los pobres en ocasiones no se entendió, pero ella siguió socorriendo hasta que consiguió reducir la pobreza buscando todo tipo de remedios. La caridad de Teresa Enríquez se adelantó varios siglos a lo que hoy llamamos Cáritas, Cruz Roja o Acción Social Agraria.

¿Por qué la llamaban «la loca del Sacramento»?
Su amor a la Eucaristía no tuvo límites. Era extraordinario, fuera de lo común. Eran los días previos a la Reforma protestante y Teresa Enríquez deseaba revitalizar el culto al Santísimo. Con este propósito y ayudada de algunos franciscanos, erigió una capilla en la iglesia de San Lorenzo in Damaso, en Roma, la dotó de rentas y fundó una cofradía. Y al mismo tiempo levantó la de Torrijos, consiguiendo para ambas todo tipo de indulgencias y privilegios espirituales.

El Papa Julio II, viendo el apasionado amor a la Eucaristía que desde esta villa toledana profesaba Teresa, dio también su aprobación para edificar la majestuosa Colegiata del Corpus Christi, la primera de España y origen de las que se extendieron después por todo el mundo hispano.

¿Hay alguna anécdota singular sobre esta devoción?
Ella, con sus propias manos, escogía y exprimía los racimos de uva traídos de Cebreros, en Ávila, que tenían fama de ser los mejores, para convertirse en el vino del sacrificio. Y se cuenta también que ella misma cernía la harina de las hostias. Su devoción tan singular al Santísimo, heredada de su abuela, hizo que el Papa Julio II, en una bula de 1508, la concediera el sobrenombre de «la loca del Sacramento y la embriagada del vino celestial». Y después diría de ella León X que «el que una dama de Castilla diera comienzo en el mundo desde aquella pequeña villa esta nueva forma de honrar a la Eucaristía y de fomentar la virtud de los cristianos es glorioso para España».

¿Cómo llevan los torrijeños tener como vecina a una santa incorrupta? ¿Cómo es su devoción en la localidad?
Teresa Enríquez es nuestra paisana más ilustre. Siempre estaremos en deuda con ella. Aquello que dio sentido a su vida y le embargó el corazón aún sigue vivo entre nosotros. La vivencia de la señora de Torrijos en la doctrina de la Iglesia da respuestas hoy y mañana como nos las dio ayer. La colegiata nos sigue recordando, cada día, a su fundadora; en sus piedras aún late su espíritu y todas ellas tienen el significado de alabanza y gratitud a Dios. Así lo hemos sentido y vivido numerosas generaciones de torrijeños. Además, tenemos la bendición de contar aún con su cuerpo incorrupto, que nos recuerda su paso por Torrijos y su mensaje de amor a Dios y a los demás, mandamiento nacido la tarde de Jueves Santo. Es también un verdadero reclamo para los agentes de evangelización y de pastoral. Su cuerpo, custodiado por las madres concepcionistas, es un lugar de peregrinación.

¿Cómo está a día de hoy la causa de beatificación? ¿Hay constancia de algún signo que pudiera ser estudiado como milagro para su avance?
El pueblo de Torrijos siempre ha deseado que se abriera, en justicia, el proceso de beatificación de Teresa Enríquez. También en varios congresos eucarísticos nacionales se alzó esta petición. Concretamente en el de 1999, celebrado en Toledo, tuve el honor de testimoniar sobre su vida y obra ante numerosos obispos, sacerdotes y congresistas de toda España. A partir de ahí, hemos llevado el legado espiritual de Teresa a distintas diócesis españolas, impartiendo conferencias o pregones eucarísticos.

La fase diocesana mostró que tuvo fama de santidad desde que era una niña y así lo constatan numerosos testimonios. Se cerró en noviembre de 2022 y el 23 de marzo pasado el Santo Padre autorizó la promulgación del decreto que reconoce sus virtudes heroicas, siendo reconocida como venerable. Las monjas concepcionistas de Torrijos tienen un informe con multitud de gracias y favores pedidos a Dios por los fieles por mediación de Teresa Enríquez. Hay hechos ciertamente extraordinarios, pero aún esperamos el milagro para que sea elevada a los altares. La beatificación serviría para dar a conocer en el mundo entero a un alma fresca que desde Torrijos revolucionó por amar sin medida a Dios y al prójimo.