De un tiempo no muy lejano a esta parte, son cada vez más los laicos que se dedican, como carrera profesional, al estudio de la teología, y también los que se lanzan a la publicación de libros sobre algún aspecto de la ciencia sagrada o con la intención de divulgar aquello en lo que creen y han profundizado mediante la reflexión y la investigación. Esto me parece especialmente importante por dos razones. La primera, porque la teología sale del mundo clerical, igual que en su momento salió de los claustros de los monasterios. Segunda, porque cada generación tiene su modo de aproximarse al misterio de Dios y, sobre todo, su forma peculiar de dialogar con el mundo y dar a razón de la fe. Y este es el caso que nos ocupa.
Andrés Eduardo García Infante es un joven malagueño que en un momento determinado debió de dejar perpleja a mucha gente cuando decidió dedicarse al estudio de la teología. Posiblemente podía haber elegido cualquier otra carrera que le augurase un futuro profesional no solo brillante, sino económicamente solvente, pero decidió estudiar primero Ciencias Religiosas y después hacer el Máster en Teología por la Pontificia Universidad Antoniana de Roma y la Universidad Católica de Murcia.
Sin embargo, creo que lo más novedoso de este libro no está solo en el autor, sino en que es fruto de las conversaciones que Andrés Eduardo ha tenido con sus seguidores y, me imagino, no seguidores, en la red social Twitter. Por este medio publicó distintos hilos, —para los que no conocen la nomenclatura, son un conjunto de mensajes breves hilvanados unos con otros— a través de los cuales explicaba distintos temas relacionados con la teología o la religión que creyentes, agnósticos o ateos le planteaban.
El resultado de aquello ha sido un libro valiente, didáctico y muy bien trabajado. No cae en frivolidades ni es superficial. No está escrito siguiendo corrientes de moda, sino que tiene como fundamento la fe de la Iglesia a partir de la cual reflexiona y explica de modo extenso aquello que en pocas palabras ya había dicho en las redes sociales. En este sentido, me parece muy interesante no solo que haya querido recoger las preguntas que le han planteado, sino también las respuestas que dio en su momento, porque sirven de síntesis a cada uno de los capítulos del libro.
Está dividido en siete secciones donde habla sobre la razón de ser de la creación y la relación entre la ciencia y la fe; además, trata sobre el misterio de Dios y del hombre, la persona de Jesucristo, la virginidad de María y la Inmaculada Concepción, el siempre difícil tema de la muerte y el más allá y una última sección que me parece especialmente importante sobre la evangelización el siglo XXI.
En el año 2013, el Papa Benedicto XVI publicó su último mensaje para la Jornada Mundial de Comunicaciones Sociales. El lema de aquel año era Redes sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización. Hace tiempo que sigo a Andrés Eduardo en Twitter. Sus tuits me ayudan porque lanzan un mensaje positivo de fe. Evita cualquier choque o enfrentamiento porque sabe que son estériles y no llevan a ninguna parte. Él ha convertido las redes en un nuevo areópago donde, a través de mensajes sencillos y profundos al mismo tiempo, muestra la belleza de ser cristiano y da testimonio de la fe.
En este libro y en su autor encontramos hecho realidad aquello que Benedicto XVI escribió en el mensaje antes citado: «En las redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando comparten la fuente profunda de su esperanza y de su alegría: la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado en Jesucristo…».
Andrés Eduardo García Infante
Sal Terrae
2022
256
15,20 €