«Tensa calma» en República Centroafricana
Tras unas elecciones movidas, los grupos rebeldes aliados del expresidente Bozizé han atacado Bangassou en su camino a la capital
Bangassou se encuentra estos días en una «tensa calma». El 2021 comenzó con mal pie en esta ciudad del sur de la República Centroafricana, atacada el día 3 de enero por una coalición de rebeldes armados, aliados del expresidente Bozizé, semanas después de ser acusados de un intento de golpe de Estado ante los resultados parciales de unas elecciones presidenciales tensas. A mediados de diciembre lanzaron una ofensiva sobre la capital, pero las fuerzas de paz de la MINUSCA y los soldados enviados desde Rusia y Ruanda los mantuvieron alejados de Bangui, según informó la Agencia France-Presse. Por eso cambiaron el rumbo hacia Bangassou. «Los rebeldes controlan la ciudad, están en todos lados», declaró el jefe de la MINUSCA.
Aquella mañana del 3 de enero «fue trepidante. Artillería pesada desde las 5:00 horas y una treintena de personas entre muertos y heridos», explica en conversación con este semanario el obispo de la diócesis, el español Juan José Aguirre. Después de un inicio de año tortuoso, estos días posteriores se viven con miedo e incertidumbre ante un nuevo ataque. «He dado una vuelta con el coche por todo Bangassou. La gente lo está pasando mal desde hace ya una semana, tienen que decidirse a salir», explica el obispo. «He ido a tres mercados, al río, y a animar a mis curas en dos comunidades». Aguirre también ha conversado con el jefe de los antibalaka, grupo guerrillero –«que ha hecho mucho daño»– nacido hace un lustro para hacer frente a la seleka, coalición «apoyada por los países de los petrodólares –Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos– que invadieron Centroáfrica y también hicieron mucho daño». El jefe establecido en la ciudad «ha negado que quieran hacer pillaje o robar comercios», el mayor miedo de los civiles ahora. «Los mercenarios van de nuevo camino de Bangui, pero aquí se ha quedado un grupo con el fin de robar a la población, de extorsionarles». El motivo es que «necesitan dinero para traer a gente de Níger y tener un ejército bien armado». De momento, sostiene Aguirre, «están buscando coches y chóferes». Pero, mientras, «tenemos las escuelas otra vez paradas y los proyectos también; no podemos ir a recoger los 300 sacos de cemento para terminar el santuario de Pande porque nos van a quitar el camión; hay 50 seminaristas que han cruzado el río hacia el Congo; las máquinas de costura del nuevo proyecto están en el almacén esperando que las podamos transportar, y debemos recoger un camión de leña que la parroquia ha preparado para vender». Pero con«paciencia; los rebeldes miran y escrutan todo».
Ante esta situación, el obispo ha recogido a un grupo de huérfanos «que nos hemos traído a casa durante estos días de tumulto e inseguridades. Aquí están distraídos». Los niños, añade, «son inocentes, los miras a los ojos y no saben nada de rebeldes, de mercenarios, de luchas de poder… Solo oyen los tiros y las ráfagas, y se asustan mucho». De hecho, hay muchos niños heridos de balas perdidas, niños que huyen a Congo «para escapar a la quema». Y habla de uno de los pequeños, al que alcanzó una bala en su huida «como una espada de Damocles, sin saber de dónde venía. Hasta en su huida le ha alcanzado la violencia de los agresores». La política «cambiará a nuestro alrededor, pero en medio del escenario están siempre los desvalidos, los que no deciden nada de lo que pasa», concluye el obispo español.
La razón inmediata de los ataques sería forzar una nueva negociación con el recién estrenado Gobierno. Para el italiano Aurelio Gazzera, misionero en el noroeste del país, el reelegido presidente en cinco años «prácticamente no ha logrado nada, a pesar de la masiva ayuda internacional». Por eso, que ganase las elecciones ha supuesto «descontento tanto en la clase política como en el pueblo». El valenciano Santiago de Wit, nuncio en República Centroafricana y Chad desde 2017, explica en conversación con este semanario que «estos grupos armados, liderados por Bozizé, recogen una permanente aspiración de la oposición política, que siempre ha buscado volver a una segunda transición y así intentar sacar del poder al Gobierno actual».
A este contexto se suma que en el país «hay mucha corrupción y la riqueza se vende al mejor postor –oro a los chinos, diamantes a los rusos–», añade Gazzera. De hecho, según explica Aguirre, el 80 % del país está controlado por 14 señores de la guerra.