También necesitamos «la vacuna para el corazón»
Además de la vacuna para el cuerpo, «se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado», ha asegurado el Papa
En su primera comparecencia pública después del ataque de ciática que le impidió participar en el tedeum del 31 de diciembre y la Misa del 1 de enero, el Papa Francisco ha dirigido el rezo del ángelus del primer día del año desde su biblioteca.
En su saludo a millones de personas que siguen la cita del ángelus en streaming, el Papa ha recordado, en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, que «la Virgen nos mira con ternura materna, así como miraba a su Hijo». Esa mirada nos invita «a que este tiempo sea dedicado a nuestro crecimiento humano y espiritual. Sea tiempo de suavizar los odios y las divisiones, de sentirnos todos más hermanos. Sea tiempo de construir y no de destruir, cuidándonos unos a otros y cuidando de la creación».
A juicio del Papa, tal y como destaca nuestro colaborador Juan Vicente Boo en ABC, «los dolorosos eventos que han marcado el camino de la humanidad el año pasado, especialmente la pandemia, nos enseñan lo necesario que es interesarse por los problemas de los otros y compartir sus preocupaciones». Esta actitud «representa el camino que conduce a la paz, porque favorece la construcción de una sociedad fundada en las relaciones de fraternidad».
Según Francisco, es necesario «desarrollar una mentalidad y una cultura del cuidado, para derrotar la indiferencia, el descarte y la rivalidad, que lamentablemente prevalecen. La paz no es solo ausencia de guerra, sino vida rica de sentido, configurada y vivida en la realización personal y en el compartir fraterno con los otros».
En esa línea ha hecho un rápido recorrido por zonas del mundo que sufren guerras casi genocidas, como Yemen, o reiterada violencia como Nigeria.
«La maldición corrompe»
El ataque de ciática obligó al Papa a suspender su participación en el tedeum del 31 de diciembre y en la Misa del 1 de enero, en la que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, leyó la homilía preparada por Francisco para la fiesta de Santa María, Madre de Dios.
Tomando las palabras de su prima Isabel a María, «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!», el Santo Padre señalaba que «María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa».
Esas dos mujeres nos enseñan, según Francisco, que «también nosotros estamos llamados a bendecir, a decir bien, en nombre de Dios». Lamentablemente, «el mundo está gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos». Es necesario evitarlo, pues «la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo».
La invitación central del Papa consistió en descubrir la importancia de «educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las cosas. Todo comienza ahí. Del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación». Según Francisco, «no sirve de nada conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas».
Es importante prodigarlo, pues «además de la vacuna para el cuerpo, se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros».