Taiwán expone su belén en el Vaticano
Los obispos de Taiwán han enviado a la Santa Sede por primera vez un belén, con animales propios de la fauna del país, para la exposición de belenes en el Vaticano, visitable hasta el próximo 10 de enero
La cabaña donde el Niño duerme acurrucado en una cuna de paja entre las figuras de sus padres está rodeada por especies de la fauna típica de Taiwán, para «simbolizar la llegada de todas las criaturas del mundo para adorar a Jesús nacido», explican desde la embajada de Taiwán ante la Santa Sede. «Hay un inteligente y ágil macaco de Formosa, un hermoso faisán con plumas de colores exuberantes, un combativo oso negro, un adorable leopardo y un salmón japonés. Esta obra representa el ambiente de alegría que se vivía cuando Jesús nació, que se refleja en una naturaleza exuberante», detallan. Es la primera vez que la Conferencia Episcopal de Taiwán envía un belén propio para exhibirlo bajo la columnata de Bernini, en el lado izquierdo de la plaza de San Pedro.
En Taiwán existe la libertad religiosa, pero su independencia de la exiliada República Popular China desde 1949 solo es reconocida por la Santa Sede y otros 15 países. Los católicos son una minoría que no llega al 1 % en esta isla de 23 millones de habitantes, de mayoría budista. «Somos un país en misión», zanja el secretario general de la Conferencia Episcopal de Taiwán, el sacerdote John Chen, que prefiere no entrar a valorar si este gesto representa un espaldarazo político a su país frente a las exigencias de Pekín ante la Santa Sede para romper relaciones diplomáticas con ellos. El año que viene debe renovarse el acuerdo para que China tenga obispos que estén en comunión con Roma y que respeten al Papa como autoridad suprema, pero, al mismo tiempo, reconocidos por las autoridades chinas.
Así, destacando el aspecto pastoral y evangelizador del belén, Chen deja claro que el mensaje principal que los obispos locales quieren enviar al Vaticano con el pesebre es que «la fe católica es compatible con las diferentes culturas locales de Taiwán, como ilustra la encarnación de la Palabra de Dios en las montañas centrales de Taiwán». Para los obispos taiwaneses su misión consiste en «acercar a las personas de diferentes etnias a Jesucristo, Salvador de toda la humanidad, a través de la inculturación, al igual que sucede en el belén, donde todo tipo de animales de diferentes especies locales van a adorar al Niño Jesús, su creador».