Sus heridas nos han curado - Alfa y Omega

Sus heridas nos han curado

El Encuentro de oración por la paz y la reconciliación, celebrado el sábado pasado en las tres diócesis vascas, supone un paso adelante en la sanación que ofrece Jesucristo, a través de la Iglesia, al problema del terrorismo. He aquí algunos párrafos de la homilía conjunta pronunciada por los tres obispos vascos

Redacción

ETA debe desaparecer

«El anuncio por parte de ETA del final definitivo de toda actividad violenta ha sido acogido por nosotros y por la sociedad con satisfacción y esperanza, pero continuamos deseando y demandando su definitiva desaparición».

La justicia es necesaria

«La memoria de las víctimas, así como el acompañamiento a sus familias, constituyen una exigencia de la justicia, así como un testimonio perenne de gratitud y reconocimiento y un elemento ineludible para la reconciliación social».

Los terroristas deben arrepentirse y pedir perdón

«Particularmente, el arrepentimiento y el perdón son necesarios allí donde las agresiones del terrorismo y de toda clase de violencia o injusticia han abierto heridas profundas. Pedimos a Dios que quienes han dañado y ofendido al prójimo sientan su llamada al arrepentimiento verdadero y a la petición sincera de perdón».

Las víctimas pueden encontrar la libertad en el perdón

«Cristo nos enseña a perdonar, y por el don del Espíritu se nos ofrece la capacidad de practicarlo. El perdón pedido y otorgado libera el corazón humano y nos hace semejantes a nuestro Padre misericordioso. Por eso, también rogamos a Dios que, a quienes han experimentado la agresión y todo tipo de violencia física o moral, les conceda la gracia de poder ofrecer este perdón sanador y liberador que, sin anular las exigencias de la justicia, la supera».

Dios ofrece la paz a los terroristas…

«La paz que Dios nos ofrece es acogida por aquellos que reconocen sus faltas y sus pecados, por aquellos que abren su corazón a la gracia de la conversión. La paz, como don de Dios, secundada por la tarea humana, nace de un corazón nuevo, transformado por el Espíritu».

…y también a las víctimas

«La muerte, en Jesús, se transforma en vida. Es la esperanza cierta que puede llenar de paz y serenidad a quienes han padecido en carne propia la herida profundamente injusta del terror y de la violencia. En Cristo encontramos nuestra paz, y también el sufrimiento y la muerte encuentran un motivo para esperar y ser curados, restituyéndonos a la vida nueva de Dios».

Cristo hace posible el amor a los enemigos

«Jesús inaugura y posibilita un nuevo modo de relación humana: el Ama al prójimo como a ti mismo ha sido superado por el mandamiento nuevo: Amaos unos a otros como Yo os he amado. Es más, el Señor nos dice que la nueva condición de hijos e hijas de Dios conlleva el amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen».

Cristo es nuestra paz

«El primer día de la semana, estando los discípulos con las puertas cerradas, porque tenían miedo, se presentó Jesús, y les mostró las heridas, las manos y el costado. Queridos hermanos: también hoy, aquí y ahora, el Señor quiere mostrarnos sus heridas para que nos llenemos de paz y esperanza. ¡Tus heridas nos han curado! Con Cristo es posible que el leño viejo y seco pueda reverdecer. Se nos ofrece la posibilidad de que el odio, la violencia y la división sean vencidos por el amor, el perdón y la reconciliación».

Cristo, con las víctimas

«El Hijo de Dios, asumiendo nuestra carne, acoge en sí mismo todo mal y toda injusticia. Él no es ajeno a las oscuridades y dolores de la Humanidad, sino que se hace solidario, hasta el extremo, de todo padecimiento e incluso de la misma muerte. (…) En esas llagas de Jesús vemos, de modo particular, a quienes han sufrido brutalmente las heridas y la muerte causadas por el terrorismo y toda clase de violencia injusta. Cristo es la Víctima pascual y, en Él, las víctimas son abrazadas por el amor de Jesús y asociadas para siempre a su propia entrega, haciendo que su sangre no sea inútil».

La contribución de la Iglesia

«El ministerio de la reconciliación está en el corazón mismo de la misión de la Iglesia. El anuncio del perdón y de la misericordia de Dios, así como la exhortación a la conversión y el arrepentimiento, es esencial y permanente en la predicación de Jesús. La Iglesia tiene por cometido primordial anunciar esta gracia que exhorta a la conversión profunda y a acoger y ofrecer el perdón en el camino de la reconciliación».

Cristo, la llave de la Historia

«Con Él podemos volver la mirada sobre el relato de nuestra historia, y unidos a Él podremos reconocer el daño causado, valorar críticamente nuestras acciones y omisiones, restablecer la justicia y abrirnos al perdón y a la reconciliación».