Superior de los salesianos en Ucrania: «Las víctimas sienten la cercanía de España»
La comunidad de Dnipro ha puesto en marcha un «oratorio sobre ruedas» para las zonas afectadas por los combates, ha relatado Mykhaylo Chaban en Madrid
A pesar de estar en España, el padre Mykhaylo Chaban, inspector de los salesianos de rito grecocatólico en Ucrania, ha seguido esta noche el masivo bombardeo al que las fuerzas rusas han sometido a su país. «Tenemos un sistema de alertas a los móviles las 24 horas, y me han estado llegando las alarmas de que había que esconderse», ha relatado este jueves durante una rueda de prensa en Madrid. Aunque los escudos antimisiles han derribado 29 de los 30 proyectiles rusos, el ataque ha dejado al menos un muerto y dos heridos.
Es la extraña normalidad en la que viven los ucranianos, y entre ellos también los salesianos. Por ejemplo, desde que en septiembre pasado las escuelas, los oratorios y las actividades deportivas «han retomado su actividad», es frecuente que «haya ataques y debamos escondernos en los refugios, que tuvimos que construir deprisa y corriendo».
Sin embargo, a pesar de vivir en estas circunstancias, la gente no pierde la fe. Al contrario. Según estadísticas oficiales publicadas hace tres días, el 84 % de la población es creyente, «y el porcentaje de ateos ha bajado del 5 % al 2 %. La guerra te hace pensar en la fe, en la eternidad», ha explicado Chaban.
Varios días en coche
Para visitar nuestro país, el superior de los salesianos en Ucrania tuvo que conducir varios días hasta Italia, donde le espera su coche para regresar el próximo fin de semana. Quería agradecer la ayuda de la familia salesiana, y en particular de Misiones Salesianas a través de su campaña Emergencia Ucrania, que ha hecho posible que sus 40 religiosos en Ucrania lleven casi 15 meses respondiendo a las necesidades más básicas de la gente. También compartiendo con los proyectos de otras congregaciones cuando han pedido ayuda. «Las víctimas del conflicto sienten la cercanía de todas las casas salesianas de Europa y en particular de España», ha asegurado.
También la del Papa Francisco. «El pueblo sabe que piensa en Ucrania, que reza por Ucrania y que ha querido dar distintos pasos para ayudar. No sabemos políticamente qué movimientos hay por parte de la diplomacia», por ejemplo después del encuentro el pasado sábado entre el Pontífice y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en apariencia infructuoso. Chaban ha defendido que se busque la paz «que la gente quiere, no a cambio de una pérdida de territorio como dicen algunos».
Por otro lado, ha mostrado sus reservas antes las preguntas de cómo trabajan sus religiosos para combatir el odio que la guerra puede suscitar en la gente. «Es muy delicado» lanzar estos mensajes cuando «mueren personas cada día», ha reconocido. Antes de la guerra, ha aclarado, no había odio a los rusos. Y «ahora no es el momento» de combatirlo o de hablar de perdón. «Es una labor para después».
Cambio «de la noche a la mañana»
El 24 de febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania, «tuvimos que reorganizar el trabajo de la noche a la mañana porque no sabíamos cuánto iba a durar la guerra». Una de las primeras decisiones fue qué hacer con los 60 niños que vivían en su hogar para menores tutelados en Leópolis. «Al tercer día, los llevamos a Eslovaquia para salvarlos». Ahora la mayoría ha vuelto, aunque «doce se quedaron allí», estudiando en otra escuela profesional de la congregación.
Esto les ha permitido ofrecer sus plazas a menores víctimas de la guerra, como «un chico cuya madre murió en el teatro de Mariúpol», el 16 de marzo del año pasado. U otro que «logró escapar de la zona del frente pero su madre se quedó atrás y todavía no sabe que ha muerto. Le estamos preparando».
A día de hoy, dos religiosos «siguen viajando cada semana a la zona del frente para llevar alimentos y medicinas. Y, a la vuelta, evacúan a niños» y asumen su tutela ante las autoridades. «Han asumido una labor muy peligrosa», pues «han llegado a sufrir bombardeos».
Un colegio para 750 desplazados
La guerra ha cambiado también la pastoral con niños y jóvenes. La comunidad de Dnipro, muy cerca del frente, ha puesto en marcha un «oratorio sobre ruedas». Salesianos, animadores, psicólogos y trabajadores sociales, ha explicado, visitan lugares como Slóviansk, «muy golpeados» por los ataques y donde el peligro hace que «los chicos no puedan hacer más que estar en casa o en los refugios». También desde Kiev trabajan con los jóvenes que sufrieron varias semanas de ocupación rusa en Bucha o Irpin.
A todo ello se suma la ayuda humanitaria a los desplazados internos. En una de sus casas de Leópolis, donde al principio llegaban cada día 300 o 400 personas, ahora viven de forma permanente 110 desplazados internos que no tienen otra salida. Además, en colaboración con el Ayuntamiento de Leópolis, han puesto en marcha «una ciudad modular» de casas prefabricadas, en la que los salesianos dan de comer a más de 1.000 personas. Allí mismo, próximamente quieren construir un instituto para 750 jóvenes.
Entre la ayuda que han estado ofreciendo todas sus comunidades, ha sido clave en invierno «la ropa de abrigo, la madera y otros combustibles». Afortunadamente, «no ha hecho tanto frío como habitualmente y la gente ha podido sobrevivir». Aunque también se ha constatado un fenómeno curioso de desplazados intermitentes: gente que en verano había vuelto a casa y en invierno, por miedo al frío y otras consecuencias de los ataques contra infraestructuras esenciales, optó por marcharse a algún país europeo «y ahora han regresado de nuevo».