Cuatro mujeres todoterreno. Cuatro «divas» de los pies a la cabeza; completas, fascinantes, ingeniosas… artistas, en suma. Cuatro historias diferentes y a la vez muy iguales que se complementan y fusionan a las mil maravillas. Sus instrumentos, miembros de madera que se estiran y las prolongan, son una pieza importante del espectáculo, pero no es lo único. Stradivarias es un canto a la música y a la buena onda, un homenaje a los grandes y a nosotros mismos, pues se nos ofrece un espectáculo redondo donde la calidad está garantizada de principio a fin.
Isaac, Melissa, Irene e Inma son los rostros femeninos. Un violín, una viola, un violoncello y un contrabajo los encargados de los acordes. Entre todos se crea la magia gamberra y militante donde, sin apenas palabras, las historias se suceden y los momentos pasan del erotismo a la carcajada, de la sonrisa a la búsqueda. Se trata de una pieza de humor que se sostiene con la música, con el diálogo de los violines y las miradas que conducen la historia de principio a fin.
No lo duden, en medio de este delirio hay mucho conocido. Por el escenario se suceden piezas de Queen, Schubert, Beethoveen, Police… Un generoso homenaje a muchos de los grandes en sus voces (porque, señores, ¡también cantan y a las mil maravillas! –oigan–), contoneos y bailes; estas cuatro mujeres convierten cualquier circunstancia por mínima que sea en un cóctel explosivo.
Pero resulta que no todo es cantar y tocar. El público que asiste a la representación es testigo del festín del buen gusto musical y artístico como parte de la fiesta. Juguetón y risueño está presente en el espectáculo. Heterogéneo, en efecto. Como heterogéneas son las cuatro mujeres que protagonizan las historias: la una torpe y cegata, la otra poco agraciada y enamoradiza, otra hace de su mano una ocarina sensacional para convocar hasta a los pájaros, y la última, la guerrera, con un vozarrón que quita el hipo. Sensacional.
Este cuarteto de mujeres busca acercar la música a todos los públicos. Recupera la necesidad de la música como sanadora y perturbadora, a partes iguales. Soul, pop, rock, jazz… configuran esta comedia musical que sorprende por la calidad de sus interpretaciones y la honestidad del trabajo bien hecho. Uno se reconcilia con el arte cuando asiste a momentos tan excepcionales acompañados del sonido de un violín. Música en estado puro… a flor de piel.
Acérquense al Teatro Bodevil para disfrutar de la mano de la compañía AlmaSoul de un espectáculo completo y diferente, por qué no. Se trata de una puesta en escena donde no solo hablan los cuerpos, la música cobra un protagonismo inusitado para amar, para pelear, para conquistar… En un mundo donde los silencios no se prodigan encontrar un espacio de diálogo entre unos violines y violas es mucho pedir, pero si encima el diálogo es abierto, infinito y generoso el resultado es francamente necesario.
Anímense a reír con esta apuesta escénico-musical -por decirlo de algún modo-. Más allá de un recital, más allá de un musical, más allá de una sucesión de sketches con gracia, más allá de cuatro rostros bellos y sus caderas… Vayan a ver la ‘obra’, vayan a vivir la ‘obra’ y a recontarla. La música les perseguirá hasta casa y la carcajada se les clavará en las entrañas. Nos merecemos nuevas búsquedas en el arte. Se merecen una hora y media de batalla musical y de ingenio. Minutos de melodías fundidos en historias inolvidables. Risas y calidad musical, ¿qué más se puede pedir?
★★★★☆
Teatro Infanta Isabel
Calle Barquillo, 24
Metro Banco de España
Hasta el 29 de mayo