Sostener la Iglesia... más allá del dinero
La Iglesia española, afectada radicalmente por la COVID-19, plantea a los fieles cuatro formas para colaborar de forma activa con motivo del Día de la Iglesia Diocesana
El Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra este domingo, 8 de noviembre, aspira a ser una jornada en la que «los fieles nos demos cuenta de que nuestra fe es personal, pero también tiene una dimensión comunitaria». Es un don que vivimos dentro de la Iglesia diocesana y universal y «estamos llamados, por tanto, a colaborar con ellas», explica Miguel Ángel Jiménez Salinas. Pero cuando el director del Secretariado de la Conferencia Episcopal Española para el Sostenimiento de la Iglesia habla de colaborar, no se refiere exclusivamente al dinero. De hecho, «el peligro está en reducir el sostenimiento eclesial al sostenimiento económico», advierte. «Imagina que nadie colaborase con su tiempo; automáticamente desaparecerían todos los voluntarios de Cáritas o los catequistas», señala.
Por eso, la campaña de este año —Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo— plantea otras tres formas de colaborar con las parroquias, además de la económica: con tiempo, con cualidades y con oración. «Siempre pongo el ejemplo de la señora que te dice: “Yo cuando era joven colaboraba en la catequesis y ayudaba mucho en la parroquia, pero ahora ya no puedo”». «Claro que puede», corrige el director. «Todos podemos, por ejemplo, rezar por nuestro cura o por la parroquia, para que sea una comunidad más viva, dinámica, profundamente evangélica y sensible a las necesidades de los pobres…». También se puede ayudar económicamente, porque aunque «el gran sostén de la Iglesia son las personas, sin la contribución monetaria no se podría pagar la luz, no se podrían mantener los templos o no se dispondría de los recursos para habilitar salas para la catequesis. Es decir, se resentiría el mensaje del Evangelio».
Pero ya sea de una forma u otra, Jiménez Salinas hace un llamamiento a la «colaboración activa», y más en un contexto de pandemia como el actual, «que ha afectado de manera radical a la Iglesia». Con todo, el director cree que la Iglesia española «ha respondido al reto de forma más que satisfactoria. No hay más que navegar un rato por iglesiasolidaria.es, donde cada diócesis ha tenido la oportunidad de poder contar lo que estaba haciendo en relación a la COVID-19», concluye Miguel Ángel Jiménez Salinas.
Jesús Díez del Corral Navío, párroco en Villanueva de la Reina y Cazalilla (diócesis de Jaén)
«Ser párroco es darse cuenta de que la Iglesia no se sostiene por billetes. Las columnas son todos esos fieles que la mantienen en pie, muchas veces a costa de su tiempo», asegura Jesús Díez del Corral Navío, párroco en Villanueva de la Reina y Cazalilla, de la diócesis de Jaén. Pero los templos «también necesitan del dinero que los fieles echan al cestillo». Con estos ingresos hay que pagar todos los gastos fijos y se tira de ellos para sustentar los proyectos evangelizadores que se llevan a cabo. «Nosotros, por ejemplo, tenemos un retablo muy bonito, pero está mal iluminado. Cambiar las luces nos cuesta 6.000 euros, pero con una buena luz la gente se pueda acercar más al misterio de Cristo». El proyecto, sin embargo, tendrá que esperar. Con el templo cerrado por el confinamiento, «los ingresos desaparecieron literalmente y estuvimos dos meses a cero». Ahora «nos hemos empezado a recuperar un poco, pero estamos muy lejos de la etapa precoronavirus», asegura.
Jesús Guillén, coordinador general de la capilla de adoración perpetua de La Coruña
Jesús Guillén cita a Alfa y Omega para la entrevista a las 13:30 horas. «Es que esta noche me toca turno de adoración y tengo que dormir por la mañana», se justifica. Este ingeniero técnico industrial, ahora jubilado, adora a Dios todas los días de 8:00 a 9:00 horas y la madrugada de los viernes de 4:00 a 6:00 horas, aunque con el actual toque de queda Guillén también se ha apuntado como voluntario a pasar una noche entera velando al Señor «para que no se tenga que cerrar la capilla». Entre sus oraciones incluye muchas peticiones personales y, «por supuesto, también rezo por la iglesia diocesana», asegura. Jesús, además, colabora con la Iglesia de La Coruña como coordinador general de la misma capilla en la que es adorador. Se trata de la primera que se abrió en Galicia —el 25 de febrero de 2016— y ahora es uno de los dos únicos lugares de adoración perpetua de la Iglesia gallega. «Toda la jornada está dividida en cuatro tramos y cada uno tiene su propio coordinador. Yo, como coordinador general, estoy pendiente de todo», explica.
Rita María Jiménez Carvajal, catequista de adultos y de jóvenes en la Iglesia de Asturias
Rita María Jiménez Carvajal lleva casi tres décadas dando catequesis en Asturias. «Comencé a los 18 años por la invitación de un sacerdote y ahora tengo 45», revela. Nunca ha parado, ni siquiera durante el confinamiento nacional del curso pasado. Entonces, «se suspendieron las catequesis presenciales, pero seguíamos en contacto a través de WhatsApp», explica.
Cada semana, dedica una hora a transmitir la fe a un grupo de adultos, «los martes a las 20:30 horas en la parroquia del Corazón de María» de Oviedo, y otra hora más los domingos por la mañana a impartir catequesis de Confirmación a un grupo de adolescentes en San Francisco de Asís. «Luego asistimos todos juntos a Misa».
Al final, los martes llega a casa pasadas las diez de la noche y los domingos echa la mañana casi entera. Pero este tiempo ofrecido por Jiménez Carvajal no solo sostiene a la Iglesia, sino que la hace más grande. «Lo más habitual son los fieles que desean completar los sacramentos de iniciación cristiana de cara a una boda o para ser padrino en un bautizo, pero en el catecumenado de adultos de Asturias también tenemos casos de conversiones y de gente que finalmente pide el Bautismo», asegura.
Más allá de la generosidad para entregar su tiempo, Rita María asegura que para ser catequista «no hacen falta grandes cualidades personales. Yo misma no las tengo». Sí que es necesario, sin embargo, «una vida de fe, una formación sólida y fidelidad a la Iglesia», concluye.
Carlos Vassallo Magro, director de producto hipotecario del Banco Santander y asesor parroquial
Carlos Vassallo Magro es laico, está casado, tiene tres niñas pequeñas, trabaja como director de producto hipotecario del Banco Santander y él solo es el consejo económico que asesora al párroco del madrileño templo de San Antonio de las Cárcavas.
«Se me da bien el tema de los números, es un lenguaje que entiendo» y «he decidido poner este talento al servicio de mi parroquia», explica. Al final, «el párroco tiene muy poco tiempo de análisis, no tiene por qué saber de economía, y yo hago esta labor por él. Registro todas las operaciones, analizo los datos y se los traduzco en tres sencillos mensajes, para que entienda cómo va el templo a nivel económico. Así, él puede trasladar la información a los fieles de la forma más oportuna en función de las necesidades de la parroquia».
Vassallo Magro comenzó esta labor hace un año y le dedica unas dos horas semanales. «La parte más de análisis se puede hacer desde casa, pero al principio de cada semana tengo que ir a la parroquia a apuntar cada uno de los movimientos». Labor mucho más tediosa, asegura el director bancario, desde que el templo estrenara el Bizum parroquial. «Date cuenta de que tengo que localizar cada pago y apuntarlos uno a uno en el sistema de gestión económica del Arzobispado de Madrid».
Sin embargo, Carlos Vassalllo ve esta actividad en clave sobrenatural. «Hablamos de números, de Bizum, o de apuntes contables, pero todo esto se hace con el objetivo final de poder tener abierta la parroquia», lo que en el fondo supone tener abierta la posibilidad de que los fieles se encuentren con el Señor.