David-Maria Sassoli, expresidente del Parlamento Europeo, falleció el pasado 11 de enero. Sus amigos, Enricco Letta, expresidente del Gobierno de Italia, y Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia, le han dedicado un recuerdo tan entrañable como doliente. El uno, desde la sede de la soberanía nacional. El otro, desde la basílica romana de Santa María de los Ángeles. La poesía del sacerdote, teólogo y poeta David Maria Turoldo, conocido como la «conciencia inquieta de la Iglesia» y cuyo nombre llevaba Sassoli, fue el hilo con el que Letta y Zuppi bordaron sus palabras de despedida.
Sassoli fue un hombre bueno. Era un ferviente europeísta, un hombre prudente, dialogante, con una fuerte y bien amueblada conciencia social. Era un católico convencido que llegó a la vida política con el bagaje de sus años universitarios en la Federazione Universitaria Cattolica Italiana. Una institución, esta, marcada por una historia política de lucha democrática contra el fascismo y por la impronta personal y doctrinal de quien fuera su asistente nacional, Giovani Battista Montini, el futuro Papa Pablo VI. Su paso por la Associazione Cristiana Lavoratori Italiana educó, sin lugar a dudas, su profunda conciencia social. Fue scout en la Associazone Guide e Scouts Cattolici Italiani y militante de la Azione Cattolica Italiana. O sea, todo un clásico. Sassoli era político de convicciones firmes, lo suficientemente flexible como para saber adaptar los principios a las circunstancias. Una virtud que, como enseñaba el gran José M.ª García Escudero, está reservada solo a los fuertes de espíritu.
Sassoli participaba de la herencia democristiana que en Italia asienta sus raíces en el Partito Popolare Italiano, fundado en 1919 por Dom Sturzo y Alcide De Gasperi. Su conciencia política se forjó en el humanismo cristiano, el catolicismo social y la doctrina social de la Iglesia. Defendía la democracia representativa y la justicia social. Las convicciones políticas que animaban el compromiso político de Sassoli son tildadas de débiles por quienes luchan para que el cristianismo acabe convertido en el escabel del pensamiento reaccionario. ¡Así nos va!