Señores y señoras lectores, yo confieso que me encanta pasármelo bien cualquier noche entre semana, más en el estreno de un espectáculo de monólogos bien estructurado y, sobre todo, eficacísimo. Miren que me fui ir a dormir como una bendita, doliéndome las mandíbulas y el estómago de tanto reírme, y debía tener las endorfinas tan altas que casi muero en pleno sueño de espasmos simpáticos…
Sinacio sabe que es un gran humorista, con una conexión y un control absoluto de su público, capaz de improvisar a la vez que incorpora el guión. Es un artista de la risa y la comunicación.
Ignacio Salmerón se planta el gorro de cocina y la chaquetilla y allá que va, cuchillo en mano, a dar mandobles de humor a diestro y siniestro. Qué arte, madre: hora y media dándole al pico, un tema tras otro, sin dejar descanso a sus invitados entre carcajada y carcajada. Como buen anfitrión, se ocupa de que cada uno de ellos lo pase bien: les mira, se acerca, y hasta algunos tienen la suerte de catar un poco de su ensaladilla, aliñada con mayonesa de ajos asados, (que sí, que sí, que da un par de consejitos de cocina a lo Arguiñano muy interesantes, vamos, que lo del aguacate y los ajos de la mayonesa ya lo he puesto en práctica).
Smile chef tiene el aroma de un buen espectáculo de humor, nada trascendental, que ni busca ni quiere profundizar en los devenires de la humanidad o el cosmos. Es sencillo, directo, va en línea recta y se hace a fuego lentito, pero sin dejar que se enfríe.
Después de Trending tronching con su gran amigo, el grandísimo Leo Harlem (que también colabora en el video inicial de este espectáculo), Sinacio se ha lanzado a esta nueva aventura de nuevo de la mano de Smedia, sin dudar de que el éxito esté asegurado. Un entorno de moda como es la cocina, y un buen guión, donde el espectador se siente como en casa, con el amigo simpático que habla de todo con gracia y te alegra la fiesta.
Porque no siempre hay que estar dándole vueltas a la cabeza poniéndose profundo, jolines. También nos merecemos un rato de cosquillas en el cerebro donde las neuronas se carcajeen sin control hasta caer rendidas y llorosas pidiendo un descanso. O sea, que incluso podíamos ponernos como norma de salud ir alternando cada vez que vayamos al teatro; una de drama, una de clásico, una de contemporáneo, una de transgresor, una de infantil… y una de risa, claro.
RECETA: Prepárese adecuadamente los ingredientes, vaya guisando poco a poco la risa y pase a fuego rápido para la carcajada; cuando empiece a coger color, añádale un gorro de chef y una sonrisa. Después, termine el servicio con pinchito en la zona centro que debe ser acompañado de una copa de buen vino (o lo que cada uno aprecie)… y ¡enhorabuena! usted tiene en sus manos el plato perfecto para una gran noche de otoño madrileño.
★★★☆☆
Teatro Cofidis
Calle Alcalá, 20
Sevilla
OBRA FINALIZADA