«Sin los cristianos no se podría entender Palestina» - Alfa y Omega

«Sin los cristianos no se podría entender Palestina»

«Al principio la causa palestina la lideraban los cristianos», asegura Miguel Jiménez, párroco de Nablús. Hoy trabajan «para que todos vivamos en paz»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La comunidad de San Justino, en Nablús, a la salida de Misa el domingo pasado. Foto cedida por Miguel Jiménez

En Cisjordania, a 50 kilómetros al norte de Jerusalén, en el corazón del Estado de Palestina, se levanta una de las ciudades más grandes del país. Es Nablús, el lugar donde hace 2.000 años Jesús pidió de beber a una mujer samaritana. De hecho, todavía existe allí una comunidad de samaritanos —la ciudad se extiende hasta las faldas del monte Garizin—, con sus tradiciones y sus ritos, como la lectura del hebreo en forma antigua. Judíos y cristianos también viven su fe allí, pero los más numerosos son los musulmanes, que constituyen el 99 % de la población.

Al oeste de la ciudad se levanta la iglesia de San Justino, que acoge a la comunidad católica de rito latino. Hace apenas un mes vieron llegar a su párroco, el número 32 desde su fundación en 1863: el murciano Miguel Jiménez. Después de su formación en el seminario Redemptoris Mater de Galilea, al norte de Israel, y tras servir tres años en Jordania, cerca de Ammán, como sacerdote del Patriarcado latino de Jerusalén, Jiménez se ha encontrado una comunidad cristiana «con unos vínculos muy fuertes. Todos se conocen, sean de la confesión que sean. Aquí no hay problemas si un ortodoxo se casa con una católica, o al revés; es algo muy habitual. Además, hay un sentido de unidad grande que se ve en momentos especiales, como la Navidad o la Pascua, o en procesiones, donde los cristianos se juntan para celebrar y hacer vida en común, incluso entre los sacerdotes», explica Jiménez, que en el momento de hacer la entrevista viene de comer con un cura ortodoxo local y con su obispo. «Como somos pocos —apenas 700 entre todas las confesiones—, vivimos unidos. En general, los cristianos han pasado muchas dificultades aquí por ser una minoría. Pero no son un gueto, sino que son originarios de aquí. Siempre ha habido cristianos en este lugar, mucho antes incluso de que se edificara la parroquia», afirma. Por eso, «esta tierra forma parte de ellos, y viceversa. Esta minoría es la base de la cultura de aquí. Sin los cristianos no se podría entender Palestina».

Palestina
Población:

4,4 millones

Religión:

50.000 cristianos; de ellos, 17.000 católicos

Sin embargo, en los últimos años no pocos han tenido que emigrar. «Cada vez son menos —afirma el párroco español—. Muchos se tienen que ir, porque aquí la vida es muy difícil». Al vivir en territorio palestino, no pueden entrar y salir como quisieran, tienen un check point del Ejército israelí a las puertas de la ciudad, no se pueden mover si un permiso… «Todo es muy duro para ellos».

Además, viven entre musulmanes «que, a veces, no tienen el conocimiento suficiente de su país para entender que los cristianos son una parte fundamental de la tierra por la que luchan» y «hay entre los musulmanes una generación nueva con mucho fanatismo que no conoce su propia historia». De hecho, «la mayoría ignora que cuando empezó el conflicto, la causa palestina era la causa de la Iglesia y de los cristianos, más numerosos entonces, que querían defender su tierra. Luego se alejaron de la violencia que protagonizaron otros grupos, porque aquí la gente solo quiere vivir en paz».

Lourdes García en casa de unos beduinos junto a dos compañeras. Foto cedida por Lourdes García

«Es fácil ver el resentimiento»

A dos horas en coche hacia el sur se encuentra la comboniana mexicana Lourdes García, recién llegada a una comunidad que trabaja desde hace once años con los beduinos, «los más pobres de entre los pobres de por aquí», señala.

Muy cerca de la iglesia que alberga la tumba de Lázaro, el amigo del Señor, la religiosa considera «un regalo» estar entre este pueblo «tan abandonado». A pesar de que el cambio de Gobierno ha rebajado la tensión en la zona, «sigue siendo fácil ver el resentimiento en el fondo de muchos corazones. Que haya más calma ahora no quiere decir que en cualquier momento pueda explotar todo de nuevo», asegura la religiosa.

Sin embargo, hay signos de esperanza. La comboniana ha podido observar «momentos de convivencia entre religiones, reuniones entre judíos, musulmanes y cristianos para conseguir un mismo fin, y eso es muy bueno». «Veo que es posible tener un buen trato entre todos, y vivir en hermandad», asevera.

Jiménez añade que a los cristianos de allí «les sigue interesando la causa palestina, pero solo queremos vivir en paz con todos, que los niños puedan estudiar y que haya trabajo y seguridad».