Sin la Iglesia el horror bajo Pinochet «habría sido mayor»
La Iglesia en Chile reaccionó «de manera inmediata» al golpe de Estado de Pinochet, del que se acaban de cumplir 50 años. Brilló el cardenal Raúl Silva, fundador de la Vicaría de la Solidaridad
El 11 de septiembre de 1973, tropas militares dirigidas por el general Augusto Pinochet efectuaron un asalto al palacio presidencial de La Moneda que acabó con la vida del presidente Salvador Allende e instauró una dictadura militar que duraría hasta 1990.
50 años después, en la memoria de muchos chilenos permanece el agradecimiento ante la labor que la Iglesia desplegó en esos años. Dentro de este testimonio brilló con luz propia el cardenal Raúl Silva, arzobispo de Santiago de Chile y fundador de la Vicaría de la Solidaridad, una institución que llevó ayuda eficaz a miles de familiares de desaparecidos y víctimas de la dictadura.
«La reacción de la Iglesia fue inmediata», afirma María Paz Vergara, secretaria ejecutiva de la Fundación Vicaría de la Solidaridad. Cuenta que «ya desde el principio la gente empezó a ir a sus párrocos para saber qué estaba pasando y para pedir ayuda ante la desaparición de sus familiares». Los sacerdotes, ya en esos confusos días de septiembre, «acompañaban a la gente a las morgues, a los hospitales y a las comisarías».
En medio de esta situación, el cardenal Raúl Silva tomó la iniciativa y creó el Comité de Cooperación para la Paz, que en aquel momento coordinó todos los esfuerzos de la Iglesia para paliar los efectos del golpe. «Fue un organismo muy transversal que contó con la participación de otras Iglesias cristianas y de la comunidad judía», explica Vergara.
En noviembre de 1975, Pinochet dio un ultimátum a Silva: o cerraba el comité o iba a ser peor para los chilenos. El arzobispo de Santiago cedió, pero al día siguiente creó la Vicaría de la Solidaridad para seguir con su labor. Todo este trabajo lo conocía de primera mano el mismo Papa san Pablo VI, a quien Silva visitaba frecuentemente en el Vaticano.
«Las víctimas no se quedaron ni un solo día sin la atención de la Iglesia», asevera María Paz Vergara. De ahí salieron comedores infantiles, bolsas de trabajo para desempleados y talleres de formación y apoyo a los detenidos, muchas veces hombres que eran el único sustento de sus familias.
Especialmente delicada fue la tarea con los desaparecidos. La Vicaría de la Solidaridad movilizó a sus abogados para intentar localizarlos con vida. «Presentó más de 9.000 habeas corpus que aceleraron la liberación de muchos detenidos», apunta la secretaria ejecutiva de la fundación que preserva su legado. Para los casos en los que lamentablemente se encontraban restos de personas asesinadas, la vicaría creo una ficha antropomórfica de cada cadáver, de forma que pudieran ser identificados después por sus familiares.
La vicaría editaba asimismo la revista Solidaridad. Sus 30.000 ejemplares, distribuidos de manera quincenal a través de las parroquias, informaban de todos los hechos que sucedían en el país y que no reflejaban los demás medios.
Todo ello fue iniciativa de un obispo «que se la jugó desde el principio por las víctimas y fue nuestro buen samaritano chileno de aquellos años». De él fue la idea de declarar en 1978 el Año de los Derechos Humanos, ante un régimen que no dudó en difamar la labor de la vicaría e incluso atentar contra la vida de algunos de sus voluntarios.
En todas estás décadas, su actividad ha servido de inspiración para la labor de la Iglesia en otros regímenes totalitarios de América Latina, así como para comisiones de la verdad en países como Sudáfrica o Brasil. Y en Chile sigue haciéndolo, pues el actual arzobispo de Santiago, el cardenal Celestino Aós, acaba de pedir a quien tenga información sobre los desaparecidos que la hagan llegar a través de la Iglesia.
«Si no hubiese sido por la vicaría habría habido muchos más desaparecidos y el horror habría sido mayor», concluye María Paz Vergara.
1973
- Las tropas del general Augusto Pinochet toman al asalto el palacio de La Moneda el 11 de septiembre.
- El 9 de octubre, el cardenal Silva crea el Comité de Cooperación para la Paz.
1975
- Obligado por Pinochet, Silva disuelve el comité y crea al día siguiente la Vicaría de la Solidaridad.
1978
- Comienza el Año de los Derechos Humanos convocado por el arzobispo de Santiago.
1993
- Tras llegar la democracia nace la Fundación Vicaría de la Solidaridad para preservar su memoria.
- Miles de personas acuden al funeral del cardenal Silva en la capital chilena.