Sigue el acoso ruso a la Iglesia en Ucrania
La prohibición de la labor de la comunidad grecocatólica y de Cáritas en el territorio anexionado de Zaporiyia ratifica y justifica legalmente un veto de facto que también existe en los demás territorios ocupados
En las regiones ucranianas anexionadas por Rusia, esta Navidad será «imposible para los fieles ir a la iglesia y cantar: “Cristo ha nacido”», lamenta Maksim Ryabukha, obispo auxiliar de la diócesis grecocatólica de Donetsk, que abarca el este del país. En la Zaporiyia ocupada, dentro de su circunscripción, se ha dado a conocer recientemente una orden de la Administración Militar y Civil —de las autoridades rusas— que prohíbe la actividad de la Iglesia grecocatólica y de entidades como Cáritas y los Caballeros de Colón. Pero en los otros territorios de Donetsk, Lugansk y Jersón anexionados en septiembre de 2022, aun sin esa norma, también «está prohibida de facto».
El obispo y Cáritas Ucrania tuvieron noticia de la ilegalización en Zaporiyia el 7 de diciembre, cuando la publicó la filial en el país de la agencia de noticias rusa Interfax. Pero el decreto lleva fecha del 26 de diciembre de 2022. «Los ucranianos no tenemos acceso a las páginas web rusas, así que no éramos conscientes de ello», explica Tetiana Stawnychy, presidenta de Cáritas Ucrania. Pero Ryabukha ve «posible que este documento se haya escrito recientemente y se haya fechado con carácter retroactivo» en un intento de «legalizar crímenes» ya cometidos contra los grecocatólicos.
Por ejemplo, el 16 de noviembre de 2022 dos religiosos redentoristas, Ivan Levytskyi y Bohdan Heleta, de Berdyansk, fueron «detenidos y llevados a un destino desconocido. Ni siquiera se ha permitido visitarlos a la Cruz Roja Internacional». Los cuatro clérigos restantes en Zaporiyia fueron expulsados «y todas las iglesias cerradas a la fuerza». Desde la invasión «no hemos podido prestar ningún apoyo, salvo el servicio a corto plazo de varios sacerdotes» y religiosos que llevan ayuda puntual. Una es la religiosa basiliana Lucia Murashko, aunque sus voluntarios solo llegan hasta el frente. El obispo no descarta que «en cualquier momento aparezcan textos semejantes en otras regiones ocupadas». No son los únicos afectados: los nuevos dirigentes también «prohibieron las actividades de todos los protestantes».
Las autoridades de ocupación de Zaporiyia alegan que los líderes y feligreses grecocatólicos trabajan «en interés de servicios secretos extranjeros» y participan en «marchas antirrusas» y «en la propaganda de ideas neonazis». Con todo, como la Iglesia ya no podía actuar y no tiene sacerdotes sobre el terreno, la orden afecta poco en lo que se refiere a la pastoral. Pero, por ejemplo, hace legal la expropiación de sus propiedades e impide que quienes hayan ocupado cargos en ella funden organizaciones, aunque sean de otro tipo.
En cuanto al veto a Cáritas, tampoco les ata las manos más de lo que ya las tenían en las zonas bajo control ruso. Su presidenta explica que aunque la entidad está presente en las zonas libres de Zaporiyia y «desde la invasión ha ampliado sus operaciones para asistir a más de tres millones de personas» en el país, «actualmente no trabajamos en los territorios ocupados, por seguridad». Sí están «preparados para llegar en cuanto sean accesibles». Todo ello es posible «por la solidaridad de nuestros amigos en todo el mundo». Tal vez por eso las autoridades rusas de Zaporiyia han prohibido la labor no solo de las ramas locales sino de Cáritas Canadá, Cáritas Estados Unidos, Cáritas Polonia y Cáritas de la República Checa.
Minaz Kerawala, portavoz de Cáritas Canadá, explica que ellos no actúan en Ucrania, sino que solo envían financiación a las dos Cáritas nacionales, la grecocatólica y la latina. En 2022 recaudaron 1,6 millones de euros para este fin. «Condenamos firmemente este intento de impedir la labor humanitaria y de intimidar a la Iglesia», detrás del que adivina también «algún tipo de represalia diplomática» contra Canadá por ser «una voz firme contra la ocupación». Subraya que sus socios locales «tienen nuestra total confianza» por su gran labor humanitaria y que «no son actores militares». La ilegalización «no va a impedirnos seguir apoyándolos». Para que no sean los únicos, el obispo auxiliar de Donetsk pide que «todos los creyentes del mundo celebren este año la Natividad de Cristo y recuerden en sus oraciones a tantos cristianos para quienes transcurrirá en silencio».