Osoro: «Si tu hermano grita, ayúdale»
Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, abrió el XII Encuentro Misionero de Jóvenes, que ha tenido lugar este fin de semana en Madrid. A las decenas de jóvenes presentes, llegados desde toda España…
Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, abrió el XII Encuentro Misionero de Jóvenes, que ha tenido lugar este fin de semana en Madrid. A las decenas de jóvenes presentes, llegados desde toda España y preparados para salir a las periferias del mundo, monseñor Osoro recordó que «ir a la misión supone ir lleno de Dios, vacío de uno mismo y con la espontaneidad de dar la vida». En el encuentro, organizado por Obras Misionales Pontificias, los presentes también pudieron escuchar, entre otros testimonios, el de la Hermana Paciencia Melgar, conocida en España por sobrevivir al ébola y ayudar con su plasma a la recuperación de Teresa Romero. En su testimonio, agradeció a los chicos su inquietud misionera y reconoció estar «muy contenta de ayudar a otras personas. Es a lo que estamos llamados todos, porque somos hermanos, y no importa el color o la raza. Cuando tu hermano grita, ve a ayudarle».
Por la tarde, los jóvenes fueron a hacer experiencia al Cottolengo del Padre Alegre, a las afueras de Madrid. Allí «tuvimos una vivencia impactante», cuenta Yolanda Agudo, una joven pacense que participó en la jornada. Además de ver cómo las religiosas cuidan a mujeres que tienen enfermedades incurables, y a las que nadie quiere, Yolanda asegura que lo que más le tocó fue «cuando la Superiora nos habló de la Providencia. Ellas no esperan nada. Viven al día. Ese concepto, en el mundo en el que nosotros vivimos, es impensable», asegura. Y cuenta una anécdota relatada por las monjas: cuando se encontraron un día sin yogures, fueron a la capilla a rezar, y a las dos horas llegó un palé lleno de ellos. «Todavía estoy digiriendo lo que vi allí», reconoce la joven, que este verano irá a Costa Rica de misión, y que afirma que «nuestro hermano no sólo está fuera de las fronteras. También dentro. Lo vemos cada día en nuestras ciudades. Y también en experiencias como ésta del Cottolengo».