Shevchuk: «Si Ucrania es ocupada, nos quedaremos con la gente»

Arzobispo mayor Shevchuk: «Si Ucrania es ocupada, nos quedaremos con la gente»

«Rezamos por la paz, pero por una paz justa en la que tampoco otros usen la fuerza», ha subrayado el nuncio en el país en una rueda de prensa organizada por ACN

María Martínez López
Ucrania
Soldado ucraniano en Avdiivka, cerca del frente en Donetsk. Foto: CNS

En medio del conflicto en el este de Ucrania, «nuestra política ha sido quedarnos con la gente», afirma el arzobispo mayor de la Iglesia grecocatólica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk. «Y lo seguirá siendo si, Dios no lo permita, hay una ocupación» por parte de Rusia, añade tajante.

Por el momento, las consecuencias de la escalada ya se notan en las parroquias católicas en Donetsk y Lugansk, parcialmente bajo control de los separatistas prorrusos desde 2014. Ahí hay nueve parroquias católicas, cuyos feligreses se enfrentan a graves carencias materiales por el conflicto y la pandemia. Los sacerdotes que las atienden llevaban algo de ayuda material, pasando por territorio ruso a la zona controlada por el Gobierno de Kiev. Pero ahora «incluso esa posibilidad está cada vez más reducida».

También la labor del nuncio, Visvaldas Kubolkas, se ha visto afectada. En una rueda de prensa virtual organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada en la que ambos han participado, ha relatado cómo a finales del año pasado quiso visitar personalmente esta zona. «Los responsables del Gobierno me pidieron que no lo hiciera, porque cualquier iniciativa» se podía presentar como «una provocación» que justificara la intervención de los 100.000 efectivos rusos concentrados en la frontera.

Propaganda religiosa

Ucrania vive un período «muy delicado, incluso dramático» por la «escalada muy peligrosa» de las tensiones entre Rusia y los países de la OTAN, especialmente Estados Unidos, ha explicado Shevchuk. «No es una simple continuación» del ataque ruso contra el país que comenzó hace ocho años con la proclamación de la independencia en Donetsk y Lugansk y la anexión de Crimea a Rusia.

Se trata de una «guerra híbrida» con cuatro dimensiones. A la militar se suma la «desinformación y propaganda», que está teniendo un «efecto psicológico muy duro». Dentro de esta propaganda, ha citado por ejemplo la idea de que «en Ucrania tenemos una guerra religiosa» entre ortodoxos. Un «mito» que a veces «se presenta como una razón para la invasión».

Es cierto que hay división entre los ortodoxos fieles a Moscú y los que forman parte de la nueva Iglesia ortodoxa ucraniana. Sin embargo, ha aclarado el nuncio, entre los feligreses las diferencias son mucho menores. El arzobispo grecocatólico ha añadido que «quienes quieren mantenerse en comunión con Moscú son libres de hacerlo». Por otro lado, «entre los líderes religiosos», que participan juntos en distintos foros, «tenemos muy claro que la paz religiosa es una cuestión de la máxima importancia» en el país.

Guerra económica y política

Un tercer elemento del conflicto es la guerra económica. «Rusia está usando el precio del gas contra Ucrania», de manera que «la gente no se puede permitir calentar sus casas». También está siendo devastador para la clase media porque ha llevado al cierre de muchos pequeños y medianos negocios e industrias. Además, «muchos inversores tienen miedo» y la grivna, la moneda ucraniana, se está devaluando.

La esfera política es la última a la que afecta la escalada, ha explicado Shevchuk. «Rusia ha declarado abiertamente que su objetivo es cambiar el Gobierno de Ucrania, su sistema político, y destruir la democracia ucraniana y su deseo de unirse a la UE y ser parte de la sociedad occidental».

Recordando su experiencia como soldado en la época soviética, el arzobispo mayor ha subrayado que «cuando los representantes de Rusia hacen alguna declaración veo un poco una cultura de la amenaza. La violencia es su primer instrumento: primero golpear al enemigo y luego hablar con él». Si se busca dialogar «te consideran débil». Frente a esta cultura, «como cristianos, debemos resistir».

«No somos pacifistas»

«No somos pacifistas en el sentido de que no queremos participar en defender nuestros países», ha afirmado el nuncio. «Rezamos por la paz, pero también por una paz justa», en la que «tampoco los otros usen la fuerza». Y esto implica pedir «por la conversión de los líderes políticos, especialmente si son cristianos. Los cristianos no promueven la guerra».

Respondiendo a Alfa y Omega, Shevchuk ha aclarado a qué se referían los obispos ucranianos y polacos cuando la semana pasada, además de rechazar la guerra, pidieron a la comunidad internacional un apoyo activo y de todas las formas posibles: «Rezar, informarse y tener solidaridad con nosotros, porque ahora mismo las necesidades humanitarias de Ucrania están aumentando».

En el marco de la oración como primera respuesta ante la amenaza de la guerra, invitó a todos a unirse a la oración por la paz que se hace cada día en Ucrania a las 20 horas (19 horas en España). La jornada de oración convocada por el Papa para el pasado 27 de enero «fue muy importante, porque cuando rezamos ya no tenemos miedo», ha explicado el líder grecocatólico. «Podemos calmarnos y pensar, examinar nuestra conciencia y planear nuestras actividades según los valores cristianos». Especialmente significativo fue, en ese día, «que los católicos de Rusia y Bielorrusia también rezaran por la paz», con sus pastores al frente.

La gente espera al Papa

Por otro lado, se valoró mucho también que la convocatoria viniera de Francisco. A pesar de tratarse de un país de mayoría ortodoxa, el Papa es uno de los líderes religiosos más valorados. «Cualquier mención que hace de la situación en Ucrania es muy importante». ¿Espera algo más la gente? «¡Una visita!».

Las distintas religiones también están intentando ayudar en lo humanitario, sobre todo promoviendo la ayuda para poder calentar los hogares. En este sentido, apuntó Shevchuk, sería interesante recibir ayuda internacional para ofrecer a la gente fuentes de energía alternativas y no depender del gas ruso. «También sería bueno para el medio ambiente».

Un fruto de esta actitud es que en un momento en que «todo el mundo está tentado de salvar su propio pellejo, nosotros estamos consolidando la sociedad ucraniana». Y, por último, los líderes religiosos intentan ser «mensajeros de esperanza». Su papel es muy importante, porque las iglesias son una de las instituciones en las que más confía la gente. «Estamos intentando desarrollar una red de cooperación entre distintas comunidades» religiosas, pues «en una situación así es muy importante estar juntos».