A ver, no nos engañemos. Es un monologazo. Primero, en cuanto al actor se refiere. Raúl Cano —uno de los componentes del grupo Yllana— me agota sólo de verle, y eso que estoy sentada, muy plácida yo, en mi butaca. Tiene un dominio de su cuerpo que ya quisiéramos muchos, recrea personajes completamente creíbles sólo con un movimiento de brazo, modula voz y articulaciones como si abriese el grifo del agua, sin esfuerzo alguno. Es un fenómeno. Comedia pura.
En cuanto al texto, se espera garantía de éxito por muchas razones. Porque viene de ser un must en Francia, Bélgica, Holanda, Brasil, Reino Unido y Suecia, desde que se estrenase en 2007 en Islandia, país natal de su autor, Bjarni Haukur Thorsson. Porque habla de algo maravilloso, que es la paternidad. Y de cómo nosotros, los ochenteros en el siglo XXI, nos enfrentamos a la nueva realidad de cuidar una vida, en medio de esta vorágine que nos rodea. Que es bastante diferente a la que rodeó a nuestros padres.
Y aquí viene el turrón de la obra. Porque entre gags de humor, muchas chabacanadas para despertar la carcajada del respetable, y un vaivén de movimientos corporales, está la visión más importante de estas casi dos horas de espectáculo: todas las preguntas a las que se enfrenta un treintañero cuando se acerca el momento de ser padre. Muchos se verán reflejados, porque no dice ninguna locura, sino que se limita a ser el espejo de la sociedad actual. ¿Es el mejor momento para tener hijos? ¿Ser padre me quitará la libertad? ¿Se estropeará mi relación de pareja? ¿Estoy preparado para cuidar y educar a una personita? Estas preguntas, y más, son las que nacen del protagonista, que analizará cada una de ellas, y se irá respondiendo. En ocasiones —se agradece— rozando la trascendencia, y la mayoría de las veces, tirando de clichés —era de esperar– como la caída de la relación en la rutina, el alejamiento de los amigotes, la relación de la madre con el bebé, etcétera, etcétera. Ya saben, buscando la risa. Que para eso es un monólogo de humor.
Lo más original: la visión masculina de la situación, a la que no estamos muy acostumbrados, aunque nos la podemos imaginar. Y lo mejor: salir del teatro pensando en lo maravilloso que significa dar vida, cuidar de alguien, quererlo con locura, y todas esas otras alegrías que da el ser papá. Ojo, que la adaptación del guión viene de la mano del incombustible Nancho Novo, y la dirección es de Gabriel Olivares, que mantiene en cartel Burundanga desde hace ya unos añitos. En fin, un gusto de monólogo de humor, que ha elegido como tema una de las grandes vocaciones del ser humano.
★★☆☆☆
Teatro Fígaro
Calle Doctor Cortezo, 5
Sol, Tirso de Molina
OBRA FINALIZADA