Es una cuestión difícil de entender en España, cómo puede un cantante de pop o de rock nacional acabar grabando temas espirituales. No es habitual, no está dentro de nuestra cultura artística y muchos cantantes prefieren no arriesgarse a ser juzgados por mostrar sus creencias. Lo cierto es que en Estados Unidos, en cambio, sí que es algo muy corriente que un vocalista de country, de rockabilly, de rock and roll o de blues se lance a grabar canciones religiosas donde demuestre su amor a Dios o al prójimo, donde hable de un pasaje de la Biblia que le cautivó o que interprete alguno de los miles de himnos cristianos que otros tantos artistas han versionado en algún momento de sus carreras. De hecho, no es una cosa que vean como un trabajo propiamente dicho, sino como una labor o una forma de contribuir a la sociedad. La industria de la música góspel —recordemos que esta palabra deriva de God-Spell, la «Palabra de Dios»—, mueve miles de millones de euros anualmente. Tiene sus propios reconocimientos, sus propios rankings de éxitos y una comunidad de seguidores muy elevada. En lugares como Sudamérica sí que hay algo más de música religiosa que cantantes jóvenes o contrastados se lanzan a grabar. En cambio, en España no hay muchos sellos que apuesten por esas grabaciones de tinte espiritual. Hay que destacar, eso sí, el movimiento Hakuna, que ha pegado muy fuerte entre generaciones jóvenes, que llena los mayores escenarios del país y del cual se han hecho reportajes de todo tipo. Alguna fiesta de la Resurrección en los últimos años sí que ha acercado la música de artistas contrastados a las calles en un movimiento organizado con índole católica pero, aun así, no existe una cultura en la que nos vayamos a encontrar a verdaderos líderes de la escena musical cambiando de registro y grabando un álbum completo de canciones dedicadas a la religión. No es una cuestión de la nueva sociedad, ya que tampoco en el pasado hemos visto a cantantes de música popular española pasando por este tipo de trances en sus carreras. Es complicado que lleguemos a tener un fenómeno industrial mínimamente parecido a lo que se hace en Estados Unidos. Pero quién sabe si algún día una de esas estrellas de nuestra música decidiera dar el paso, si otros compañeros de profesión tratarían de imitarla; sin buscar el rédito profesional, sino como una mera contribución a las creencias de la gente. Una cuestión que aquí es de difícil entendimiento.