Semana trágica en África: asesinados un catequista en Burkina Faso y 29 cristianos en Nigeria
«Los catequistas en Burkina Faso están en primera línea, arriesgando sus vidas por el bien de su pueblo», recuerdan desde ACN
Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés) ha lamentado el secuestro y posterior asesinato en Burkina Faso del catequista Edouard Yougbare. Yougbare fue secuestrado el pasado jueves en la parroquia de Saatenga, en Fada Gourma. Su cuerpo sin vida fue hallado al día siguiente cerca de Zigni.
«Su muerte es un golpe devastador para la gente de Saatenga», aseguró la portavoz de ACN, María Lozano, el pasado lunes. «Los catequistas en Burkina Faso están en primera línea, arriesgando sus vidas por el bien de su pueblo. Hace apenas dos meses, otro catequista fue asesinado en la diócesis de Dori mientras dirigía la celebración dominical en una capilla», recordaba Lozano.
Burkina Faso se encuentra inmersa desde hace años en una deriva violenta a causa del funcionamiento de grupos islamistas armados y de la incapacidad de las autoridades para controlar buena parte del país. Ello dio alas a dos golpes de Estado en 2022. El año pasado el número de muertos en acciones violentas rozó los 2.000. El número de desplazados internos ha pasado de unos pocos miles en 2018 a casi dos millones en 2022, según el Consejo Noruego para los Refugiados.
39 muertos en Nigeria en abril
Igual de trágica es la situación en Nigeria. Los últimos ataques contra cristianos «están ocurriendo a plena luz del día, cuando la gente menos se lo espera». Así describe Andrew Dewan, portavoz de la diócesis de Pankshin, la oleada de ataques que entre el 12 y el 14 de abril se cobró la vida de 29 cristianos en esta región. Se trata de la misma zona que ya sufrió en Navidad una oleada de atentados que se cobraron 300 vidas en 26 localidades.
Los atacantes, de los que se sospecha que eran pastores fulani, arrasaron las aldeas de Kopnanle, Mandung, Bokkos Town y el distrito de Mbar. «Comenzaron el viernes y siguieron todo el sábado y hasta el domingo», cuando «de forma inusual tuvieron lugar por la mañana y la tarde. Es una desviación de los métodos habituales de los atacantes, de golpear solo de noche», explica en declaraciones a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
El objetivo, añade, es «alejar a los propietarios de la tierra, para que los extremistas musulmanes puedan adueñarse de ellas. La zona está poblada de forma abrumadora por cristianos, y los militantes necesitan espacio para propagar sus creencias religiosas». Aunque, como es habitual en Nigeria, «hay componentes religiosos y étnicos mezclados, cuando miras al patrón con el tiempo la imagen es clara».
En este sentido, llama la atención sobre el hecho de que los anteriores ataques se producen o intensifican en torno a las grandes fiestas cristianas. Ocurrió en Navidad y también en Pascua. Antes de los que empezaron el 12 de abril, el lunes de Pascua ya hubo ataques anticristianos en la región central del país. Murieron diez cristianos, entre ellos una mujer embarazada y su bebé.
Otra constante en el gigante africano es la actitud de las autoridades. «Hay inacción por parte del Gobierno a todos los niveles. Su principal propósito es proteger las vidas y la propiedad, y en este aspecto no lo han hecho bien». Por ejemplo, «la mayoría de cosas que se dijeron inmediatamente después de los atentados de Navidad todavía se tienen que aplicar. Las promesas se han quedado en aire». Aunque se anunció el traslado de efectivos a la región, «no hay ninguna indicación de que los atacantes hayan sido detenidos». O, cuando ha ocurrido, «antes o después han quedado en libertad».