Segundo sacerdote de Mongolia: «Jesús me abraza como yo a mi corderito a -30º» - Alfa y Omega

Segundo sacerdote de Mongolia: «Jesús me abraza como yo a mi corderito a -30º»

Sanjaajav Tserenkhand, o Pedro, va a ser ordenado este miércoles en la catedral de Ulán Bator, cinco años después de que la Iglesia en el país tuviera por primera vez un sacerdote nativo

Ester Palma González
Sanja trabajó un tiempo como pastor nómada en la estepa. Foto cedida por Sanjaajav Tserenkhand

Este miércoles se celebra el histórico momento de la ordenación sacerdotal del segundo sacerdote nativo mongol, Sanjaajav Tserenkhand, conocido por todos como Sanja. Pedro, de nombre de bautismo. Un joven muy alegre y sencillo que ha elegido como lema de su ordenación Todo lo puedo en Cristo que me da fuerza.

Sanja ha tenido una historia familiar muy dura. Sus padres fallecieron cuando él era pequeño y ha crecido con sus hermanos en el seno de la Iglesia misionera de Mongolia. Aprendió a leer, cuenta, con las Misioneras de la Caridad de santa Teresa de Calcuta cuando tenía unos 9 años.

«Ser nómadas nos acerca a Dios»

Descubrió su vocación junto a los misioneros coreanos que trabajan en su país, y fue invitado al seminario diocesano de Daejeon (Corea del Sur). Es una persona muy auténtica que descubre en sus raíces de pueblo nómada y de pastores el alma del Evangelio. «El hecho de que seamos nómadas nos hace estar más cerca de Dios». Cita por ejemplo cómo «cuando en invierno las temperaturas bajan de los -30º C, dentro de mi tienda dormía abrazado a un corderito para darnos calor mutuamente». Por eso, «cuando leí en el Evangelio que Jesús es el Buen Pastor que cuida de sus ovejas y que es capaz de dar su vida por ellas entendí a qué se refería».

«Yo también quiero ser ese buen pastor que de su vida por amor por sus hermanos. Me siento en los brazos de Jesús, que me abraza como a su corderito y también yo quiero compartir ese amor sobre todo con los más pobres y desfavorecidos de Mongolia», confiesa. «Quiero ser un buen cristiano, quiero seguir a Jesús lo más de cerca posible. Jesús nació en un pesebre, un lugar donde no olía bien, donde estaban los animales. En Mongolia hay muchos lugares así, sencillos, pobres, con animales. Allí es donde Jesús quiere habitar». Pero «también en nuestro corazón, en nuestras miserias, quiere mostrarnos su amor de Buen Pastor».

La Iglesia católica en Mongolia quizás sea la más joven de todo el planeta, con unos 1.400 fieles bautizados es una prefectura apostólica. Su obispo es el italiano Giorgio Marengo, un misionero de la Consolata que ha vivido en Mongolia 18 años. Fue ordenado obispo en Italia, debido a las restricciones por la COVID-19, el 8 de agosto de 2020. Es el segundo prefecto apostólico de Mongolia. La catedral de San Pedro y San Pablo se encuentra en la capital, Ulán Bator. Hay además otras seis parroquias más en el país.

Sanja (en el centro) con el sacerdote que lo acogió al llegar a Corea y la autora (izquierda). Foto cedida por Ester Palma

El nieto de Gengis Kan

Sin embargo, la Iglesia católica en Mongolia tienes raíces profundas que se remontan al siglo XIII. El gran imperio mongol del nieto de Gengis Kan, Kublai Kan, que se había anexionado China, mostró un gran interés en la fe católica y acogió con agrado a los misioneros italianos. Como curiosidad, fue gracias al interés de Kublai Kan que los primeros misioneros católicos, franciscanos y dominicos, llegaron hasta China. Así que podríamos decir que gracias a los mongoles se inició la misión católica en China.

En el último tercio de ese mismo siglo, Marco Polo trabajó para Kublai Kan. Al despedirse, este le dio cartas para llevar al Papa en su viaje de regreso a Italia pidiendo más misioneros católicos. Por esa misma época, el primer obispo de Mongolia (y China) era un italiano, Giovanni da Montecorvino. Fue enorme su labor en la traducción del Nuevo Testamento y los salmos al idioma mongol. Este idioma, que tiene su propio alfabeto, sigue vivo aunque ahora se escribe con el alfabeto cirílico que le impusieron los rusos durante su dominación del país.

Por desgracia, con la caída del imperio mongol y la llegada de la nueva dinastía, esta vez de origen chino, terminó la obra misionera y la Iglesia católica en Mongolia fue desapareciendo completamente. No fue hasta siglos después, en 1992, cuando al salir del comunismo y aprobar una nueva Constitución democrática Mongolia retomó las relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Primer obispo, primer sacerdote local

Se le encargó a la Congregación del Corazón Inmaculado de María la creación de la estructura de la Iglesia y el reinicio de la misión. Tres fueron los primeros misioneros en llegar a este país, un belga y dos filipinos. En 1996, se instauró la primera iglesia en el país. En el año 2003 fue consagrado Wenceslao Padilla, uno de esos dos primeros misioneros filipinos, como primer obispo de esta nueva etapa de la Iglesia de Mongolia. Falleció repentinamente el 28 de septiembre del 2018.

En este momento hay unos 75 misioneros extranjeros de diversas nacionalidades. Pertenecen a doce congregaciones diferentes y ayudan a la misión en este país. Trabajan sobre todo en la acción social de compromiso con los pobres, y en la educación.

El primer sacerdote nativo mongol, Joseph Enkh Baatar, después de estudiar Teología también en el seminario católicode la diócesis de Daejeon en Corea del Sur, fue ordenado en la catedral de Ulán Bator el 28 de agosto del 2016.

Ahora, en medio de las dificultades y dolores de esta etapa de pandemia que todos vivimos y que especialmente Mongolia está sufriendo duramente, se abre una etapa de esperanza y alegría para la Iglesia local. Recemos por todos los misioneros en Mongolia, por Sanja y por esta Iglesia naciente, para que de la mano de María sea consuelo y esperanza para todo el pueblo de Mongolia y de todo Asia.