Para los que desconocen este espacio teatral llamado La casa de la portera, o para aquellos que no han oído de su fama como local de teatro alternativo y original… un apunte: es como el café teatro, pero sin café. Una sala minúscula dentro de una casa… de portera, eso sí. Decorada y ambientada con un toque artístico que te hace sentir que formas parte del mismo. Y la verdad que tiene su encanto, la belleza de lo viejo, la caricia del pasado y, por supuesto, la voz cercana, el aliento e incluso el tacto de los actores.
Secundario, dirigida por Fran Calvo, es una obra perfecta para este entorno. Un actor de segunda o tercera fila, al que interpreta Antonio Velasco, recibe el encargo de entretener al público mientras llega el actor principal. Y lo hace, sencillamente, contando una rica carrera de anécdotas y vivencias de aquel (aquellos) destinado a ocupar ese puesto difuminado al fondo, con una sola frase que corear con otros, y sin protagonismo alguno, ni siquiera recibiendo el abrazo cálido de un miserable foco.
Su perorata es un auténtico homenaje breve e intenso al teatro y a los actores, en el que se pasea entre saltos de Arlequín y lágrimas de Colombina por ese arte que desde siempre nos ha conmovido. Su familia de artistas desde la cuna, su nacimiento en un hotel de carretera, se entremezclan con fragmentos de poemas como el conocido Ítaca de Kavafis o textos sobradamente conocidos y deseados por cualquier actor que se precie, como Segismundo en La vida es sueño.
En el texto, que pertenece al dramaturgo Mon Hermosa, las referencias histórico-progres están también servidas: sigamos recordando la represión franquista, dibujándola una vez más, y volviendo a ponerla en activo, no vaya a ser que alguien no recuerde lo que le contamos. Como con la historia de San Ginés, el santo de los actores y aún más de los cómicos, mártir, actor y cristiano que sirve más de supersticioso amuleto que de santo al que recordar con cierto respeto.
Pero es realmente mágico poder mirar a la cara a un actor y encontrarte con tanta gente en ellos, ver su esfuerzo y entrega, participar del brillo ilusionado de sus ojos. Independientemente del texto, es este truco del espacio mínimo del que dispone La casa de la portera, el que te hace entender mejor la vida del actor… sea o no Secundario. Porque detrás del Soldado 2, al fondo a la derecha… también hay todo un actor.
★★★☆☆
La Casa de la Portera
Calle Abades, 24. Bajo derecha
Tirso de Molina
OBRA FINALIZADA