¿Se puede hablar hoy de guerra justa?
El arzobispo castrense reflexiona sobre la guerra justa en una extensa carta pastoral publicada con motivo de la Jornada Mundial de la Paz –que el Arzobispado castrense celebra este domingo, 8 de enero–, y que, con el título La Cultura de la Paz, pasa revista a los 50 años de esta jornada instituida el 8 de diciembre de 1967 por Pablo VI
El arzobispo castrense reflexiona sobre la guerra justa en una extensa carta pastoral publicada con motivo de la Jornada Mundial de la Paz –que el Arzobispado castrense celebra este domingo, 8 de enero–, y que, con el título La Cultura de la Paz, pasa revista a los 50 años de esta jornada instituida el 8 de diciembre de 1967 por Pablo VI.
Por un lado –escribe monseñor Juan del Río–, el Evangelio no puede justificar «el recurso a las armas como medio para lograr el shalom: la paz utópica que evoca la situación del paraíso que el Dios Creador y Padre ha querido para sus hijos». No obstante, «a pesar de los anhelos de paz que todos tenemos, hemos de contar con la existencia del mal». «De ahí que los poderes públicos tengan el derecho y el deber de mantener la defensa, la integridad y la independencia nacional», aclara la carta.
Por un lado, «no puede considerarse ilícito defenderse contra un injusto agresor». Resulta así evidente que «la existencia de unas Fueras Armadas y unos Cuerpos de Seguridad del Estado, y su pertenencia a ellas, no están reñidas con el compromiso de ser constructores de la paz». Pero al mismo tiempo, Juan del Río plantea que «el pensamiento de los clásicos de la licitud acerca de la guerra es muy difícil de sostener ante el nuevo concepto de la guerra moderna, con su carácter de totalidad, ya que el objetivo de destruir al adversario no solo se dirige a su fuerza militar», sino que busca su «destrucción total». Especialmente «una guerra que implique el uso de armas atómicas, bacteriológicas o químicas difícilmente puede ser considerada justa».
«Hoy la guerra se ha convertido en una locura y no en un remedio para reparar las injusticias», abunda el arzobispo castrense. Lo que hace falta es invertir los esfuerzos en la prevención. «La carrera de armamentos no asegura la paz, no elimina las causas de la guerra, sino que aumenta el riesgo de agravarlas», afirma Del Río. Lo que se requiere es «el establecimiento de una autoridad pública internacional reconocida por todos con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos». Desde hace varios años existe el debate sobre la reforma de las Naciones Unidas de modo que la organización pueda cumplir eficazmente su carta fundacional, un tema que ha puesto de nuevo sobre la mesa el nuevo secretario general, el portugués Antonio Guterres.