Se cumplen 75 años del primer cursillo de cristiandad
El 7 de enero de 1949 comenzaba en Mallorca el primer encuentro del movimiento. «Dar la batuta a jóvenes laicos en esa Iglesia preconciliar era algo totalmente novedoso», afirma el investigador Raúl González
«Lo escandaloso de aquellos primeros cursillos de cristiandad es que jóvenes laicos se encargaran de la evangelización y ofrecieran un trato familiar y de amistad con Jesucristo. Toda esa cercanía no se entendía bien entonces». Lo afirma Raúl González, investigador de la historia del movimiento de Cursillos de Cristiandad al hilo de los 75 años del primer cursillo, celebrado del 7 al 10 de enero de 1949 en Mallorca.
González cuenta que esta realidad eclesial extendida hoy por todo el mundo nació en la isla balear en los años 40 del siglo XX, en el seno de la rama masculina de jóvenes de Acción Católica. El contexto fue la preparación durante varios años de una peregrinación de jóvenes a Santiago de Compostela en 1948, convocada por Pío XII.
Después de ese evento, y recogiendo todo lo vivido antes y durante la peregrinación, el 7 de enero de 1949 se realizó un cursillo base para los jóvenes mallorquines en el monasterio de San Honorato, que contó con 21 asistentes.
Lo organizó el consejo diocesano de jóvenes de Acción Católica, guiados por el laico Eduardo Bonín y otros dos sacerdotes. En retaguardia estaban el obispo de Mallorca, Juan Hervás, y el sacerdote Sebastián Gayá, encargado de la formación teológica de los jóvenes. Ambos serían junto a Bonín los impulsores del movimiento en esos primeros años.
«Dar la batuta a jóvenes laicos en esa Iglesia preconciliar era algo totalmente novedoso», afirma Raúl González. «Eso creó incomprensiones, hasta el punto de que Hervás fue denunciado en Roma y pasó de ser obispo de Mallorca a Ciudad Real, que entonces no era siquiera sede diocesana», añade.
Gayá y todos los demás sacerdotes implicados en esos primeros encuentros sufrieron represalias también, aparte de que Cursillos se prohibió en Mallorca durante algunos años. «Pero el Espíritu Santo usó esa incomprensión para poder expandir el movimiento por el mundo. Varios sacerdotes fueron dispersados y eso fue una pequeña diáspora que llevó el movimiento a otras partes de España», cuenta el investigador.
Desde aquel primer encuentro, más de 300.000 personas se han encontrado con Cristo a través de los cerca de 11.000 cursillos que se han celebrado en España desde su origen. Hoy el movimiento está presente en 50 diócesis de nuestro país, al mismo tiempo que se encuentra en 67 países de todos los continentes.