Santos Montoya toma posesión en Calahorra: «Pastorear no es forzar, sino señalar al Salvador» - Alfa y Omega

Santos Montoya toma posesión en Calahorra: «Pastorear no es forzar, sino señalar al Salvador»

El hasta ahora auxiliar de Madrid ya es obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño. «Mantenga ese talante evangelizador», le ha pedido el nuncio

Rodrigo Pinedo
Foto: Iglesia en La Rioja.

«¡Qué espectáculo nos presenta hoy la catedral! No solo por su estética […], sino porque hoy se convierte en lugar de comunión, de encuentro de personas venidas de diferentes rincones de La Rioja, y de otros lugares, movidos por la fe, la amistad, la familia, la vida social y política». Así ha arrancado el hasta ahora obispo auxiliar de Madrid Santos Montoya su alocución en su toma de posesión como obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño este sábado, 5 de marzo.

En una catedral de Santa María, en Calahorra, repleta de fieles, el prelado ha incidido en que esto es «un signo de comunión», tanto eclesial como social, «en torno a la verdad y a la caridad, a imagen del Buen Pastor». «Vincularse al Buen Pastor, quererse identificar con Él, no es una merma para el crecimiento de la persona ni para la convivencia, ni una amenaza para nadie, sino todo lo contrario, es la garantía de la entrega por todos», ha aseverado.

«La fe no es una idea»

Aludiendo al Evangelio proclamado, en el que el Señor plantea a Simón Pedro si le ama y le alienta a pastorear sus ovejas, Montoya ha advertido que, «si el corazón no está entregado a Dios, la misión peligra» y que «la fe no es una idea, es una relación concreta, afectiva, con la persona de Jesucristo». «El Señor nos recuerda que no somos dueños de la gente» –ha añadido–, sino que hay que orientar a las personas «al encuentro con Él». «Pastorear no es forzar, sino señalar al Salvador».

El ya pastor de la Iglesia que peregrina en La Rioja ha rescatado también los símbolos que porta el obispo para dar algunas claves de su tarea. El anillo, ha destacado, habla de la fidelidad a la Iglesia: «El afecto al Señor es el afecto a la Iglesia. Sin afecto a la Iglesia no esperemos encontrar al que dio la vida por ella. Y si no somos fieles a la Iglesia, no esperemos que la gente identifique en ella al Señor».

La mitra –ha proseguido– es una llamada a la «santidad», extensible «a todos los bautizados», y el báculo muestra que «la autoridad que se nos confía es para servir mejor a los demás, especialmente a los más débiles y necesitados, a las víctimas». «No podemos huir ante el lobo», ha aseverado.

«Mantenga ese talante evangelizador»

La celebración ha estado presidida por el nuncio de Su Santidad en España y concelebrada por una veintena de obispos –entre ellos, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, y los obispos auxiliares Juan Antonio Martínez Camino, SJ, José Cobo y Jesús Vidal–, así como por los cabildos de las tres catedrales de la diócesis riojana, el Consejo Episcopal de Madrid casi en pleno y numerosos presbíteros.

Bernardito Auza ha subrayado que el lema que eligió monseñor Montoya al ser nombrado obispo auxiliar de Madrid, In Verbo tuo (En tu Palabra), «manifiesta su mirada a Cristo que ahora le confía esta porción de su Iglesia» y que «es del Señor de quien depende el fruto que hay que esperar en el trabajo con humildad y paciencia, amor y misericordia, actuando como si todo dependiera de nosotros, pero dejando todo en sus manos bondadosas». «Deseo expresarle mi ánimo a mantener el talante evangelizador con que se ha distinguido en su vida sacerdotal y episcopal, acogiendo a las personas para hacer que Dios entre en las almas confiadas», ha abundado.

Unos minutos antes, el hasta ahora administrador diocesano, Vicente Robredo, le había dado la bienvenida a una «tierra misionera» y «de humanistas», a una «tierra rural, de labradores, obreros, artesanos», a una tierra vinculada a María… «Bienvenido a su casa, a nuestra casa, a esta iglesia que sale de sí misma para ser ella misma, que sabe perdonar porque antes ella ha sido perdonada, que es amorosa madre porque antes fue engendrada del costado de Cristo; que quiere culminar las esperanzas más hondas de sus hijas y sus hijos a los que ama apasionadamente».