San José - Alfa y Omega

Hace unos días celebramos el día del padre, 19 de marzo: san José. Nos encanta esta fiesta.

Dios quiso que Jesús naciera en una familia, que tuviera un padre y una madre en la tierra. Y, a continuación, les explico a los niños: «Y no una familia cualquiera, quiso que Jesús tuviera un padre por adopción». Les insisto: «¡Pensadlo porque es muy fuerte!».

San José actuó como un verdadero padre, porque lo era. Siempre cuidó de María. Buscó cobijo cuando todos les dieron la espalda en Belén. Sufrió por su esposa y su hijo en camino. No lo he visto escrito en los Evangelios, ya que no cuentan el día a día de Jesús, pero, ¿qué duda cabe de que se levantaba por las noches para cuidar del bebé y limpiaba pañales como cualquier padre? Y cómo se emocionaría cuando el Niño dio sus primeros pasos. O cuando dijo «papá» por primera vez; me lo imagino abrumado por semejante honor.

Seguramente tendría sus planes de familia que nada tenían que ver con el curso de los acontecimientos. Nosotros también teníamos nuestros planes y nos vimos gratamente sorprendidos. Nuestras expectativas se vieron superadas con creces, nunca hubiéramos soñado con la familia que tenemos.

Por eso me gusta hablar con san José de mi familia, de mis hijos y de mi marido y por supuesto de todas las familias que esperan. ¡Creo que me entiende mejor que nadie! También les hablo a mis hijos de san José, me parece realmente bonito poder hablar con ellos de adopción en estos términos.

En el año de san José he descubierto a este gran santo por el que siento especial devoción y cariño por su condición de padre adoptivo. Doy gracias a Dios por dar tanta importancia a esta paternidad y por ponernos de ejemplo nada menos que a san José, padre de Jesús.

Me gusta ver a san José reflejado en mi marido, en mi padre, en mi hermano, en los padres que esperan lejos de sus hijos unidos por el famoso hilo rojo, en los abuelos y en tantos hombres que, teniendo hijos o no, tienen corazón de padre.